Ada Moreno: el hada madrina del rock argentino

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    Ada Moreno
    Foto: Say Calandrino
LIBROS DE ROCK

Ada Moreno: el hada madrina del rock argentino

18 Diciembre 2022

Por fin aparecieron las tan ansiadas “memorias” de la mítica Ada Moreno, un ser realmente muy amado en el campo del rock argentino y más allá. El libro se llama No soy una extraña, en obvia referencia al verso de nuestro genio nacional, amigo íntimo de ella —cuando Fernando Samalea, que colaboró en la promoción del libro, la conoció, fue un día de 1987 que estaba con Charly García en Nueva York grabando Parte de la religión, y cuenta que a éste se le iluminó la cara de picardía cuando le anunció que ella los visitaría.

La relación con Charly empezó casi en el momento más originario que podamos imaginar, cuando él, García, Nito Mestre y María Rosa Yorio entraron a los estudios Talent, donde Ada trabajaba. El libro es gracioso porque cuenta pormenores de lugares y escenas que la imaginación sin duda distorsiona románticamente, como por ejemplo la oficina de Talent de aquella época, que consistía en un sillón desvencijado, dos sillas y un escritorio con teléfono (lo que ella no recuerda es lo imposible que era conseguir un teléfono en esos años de Entel). Esta es la cuna en la que se mecería eso que García en lugar de llamar “rock nacional”, lo llamaba irónicamente “el rock nació-mal”. Allí, como testigo inconsciente, estaba ella junto a Jorge Álvarez y Billy Bond, con el que la señorita Moreno se entremezcló amorosamente, colaborando en el parto de la sociedad que nosotros vivimos.

Recién escribí que Moreno “trabajaba” en Talent. Obviamente, esto no es más que una manera de hablar, pues Ada parece haber tenido siempre una relación conflictiva con las instituciones, y más con el trabajo —incluso cuando ese trabajo fuera “artístico” y consistiera en sacar fotos, por ejemplo; fue la fotógrafa de las polaroids de Clics modernos y también de la inolvidable foto del póster de Adiós, Sui Generis, que no hubo adolescente que no lo tuvo colgado en su cuarto a fines de los 70 y en los 80 —ese póster viene como regalo con el libro.

Ada, como cualquier hada mágica de los cuentos infantiles, tiene varios poderes en la manga, y uno pareciera ser el de convertir todo en un juego, incluso cuando ese “todo” remite a su alma o su vida. Ella lo cuenta con liviandad y de manera divertida, pero es una sobreviviente de experiencias en las que muchos se quedaron: noche, sexo amoroso y drogas constituyen un cóctel buenísimo para beber en esta vida. Solo que no hay garantías de poder contarla después. 

Ada Moreno fue la fotógrafa de las polaroids de Clics modernos y también de la inolvidable foto del póster de Adiós, Sui Generis, que no hubo adolescente que no lo tuvo colgado en su cuarto a fines de los 70 y en los 80 —ese póster viene como regalo con el libro.

Las primeras páginas del libro dan cuenta de la atmósfera que se vivía en el campo del rock cuando éste no era todavía un campo y recién empezaba a ser un género. Ada acompañó su evolución casi desde su mismo nacimiento, con su espíritu desenfadado, irreverente, libre con esa libertad que da la falta de prejuicios y el bagaje del hipismo que se vivía en esos años. Ada fue una de las damas de ese ambiente, y por fin se atrevió a publicar esta serie de anécdotas cargadas de rock, del rock del bueno, que arranca desde la villa miseria cordobesa en la que nació, pasa por diferentes vínculos amorosos y parejas con artistas nacionales e importados, y termina cuando se metamorfosea en algo así como la reina de la noche neoyorquina, donde es invitada por los grandes personajes instalados en esa época en la City. Un encanto tiene esta señorita, se ve.

Dos datos recuperaría de estas “memorias” de una joven muy, muy informal: 1) que en esa época recargada de violencia que asolaba nuestro país, “ninguno de los músicos que yo frecuentaba tenía arraigada una militancia política … no estaban demasiado interesados en la política. Solo querían escuchar a Deep Purple, Led Zeppelin o Pink Floyd”. 2) Fue el fenómeno Sui Generis (su estética, su música y sus letras) lo que hizo que el rock rompiera el cerco del gueto en el que estaba encerrado y permitiera el ingreso de las mujeres en su universo: “De alguna manera, gracias a ellos el mundo del rock fue llenándose de chicas”. Estos datos me aportan una información muy valiosa para pensar el rock en el primer lustro de la siniestra década del 70, que era la música que yo escuchaba a comienzos de los ’80, cuando la dictadura bajó la intensidad de la represión —Crucis, Vox Dei, Spinetta (siempre), Pappo Blues, La pesada del rock, pero especialmente Sui Generis (+ La Máquina de hacer pájaros, + Serú Giran, por supuesto).

Libro ameno y emocionante que da cuenta de una faz del rock que hasta ahora había sido ignorada u olvidada. Relata las experiencias que este ser de luz conoció en la noche (en la noche porteña y en la noche neoyorquina) como muy pocas mujeres lo hicieron —y muy pocos hombres también, todo hay que decirlo. Con un poco de imaginación, al leerla es como que nos sumergimos en un traveling por el que recorremos las calles, los boliches de moda y los personajes más importantes de los años 80 y 90 en Buenos Aires y en Nueva York. Un regalo ideal para padres y madres melancóliques que desean revivir historias que no vivieron, pero les hubiera gustado experimentar. Ada lo hizo. 

* Por decisión del autor, el artículo contiene lenguaje inclusivo.