Zamba, la memoria y la pesada herencia

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Zamba, la memoria y la pesada herencia

13 Septiembre 2016

Por Jésica Tritten

Siempre me pareció un acto casi de superficialidad hacer mención de premios obtenidos, pero quiero hacer una excepción esta vez. Porque son tiempos de negación del pasado inmediato, en donde en nombre de la concordia se persiguen cunas para recién nacidos que nada entienden de revanchas pero sí de necesidades, y donde la semántica política modificó conceptos como conquistas por "pesada herencia". El caso Zamba no es la excepción. El capítulo difícil, duro, intenso que acaba de ganar un Martín Fierro, muestra a Zamba viajando por Europa, donde se encuentra con Ana Frank y cree que juega a las escondidas con una nueva amiga hasta que esta nena le confirma que, lamentablemente para ella, esconderse no se trata de un juego: Zamba y Ana Frank comienzan, entonces, a entender qué son los genocidios. En este capítulo Zamba conoce los genocidios de pueblos hermanos como el judío, el armenio, los pueblos originarios de Guatemala y el sufrido pueblo tutsi de Ruanda. Zamba entiende que para que esto no vuelva a suceder es fundamental la memoria por sobre la negación.
 
El capítulo se produjo hace un año pero mucho ha sucedido en este periodo eterno de tiempo, porque, como dijo Víctor Jara, "la vida es eterna en cinco minutos". El capítulo fue producido por un Estado que no sólo no negó la cifra de desaparecidos sino que hizo cumplir con honorabilidad el artículo 92, inciso c. de la Ley de Educación Nacional, cuyos contenidos vigentes en el sistema educativo nacional señalan que los hechos ocurridos en la Argentina, entre 1976 y 1983, se encuadran en lo que denomina “terrorismo de Estado”. También fue discutido y pensado sesudamente con el propio ministro de Educación de entonces, el enorme divulgador Alberto Sileoni y el programa Educación y Memoria, equipo que, durante 2016, junto con otros, tuvo que dedicarse no sólo a seguir generando pensamiento sino, además, a resistir con el propio cuerpo la desidia de los despidos gerenciales.
 
Pienso que los premios no son de las entidades que los entregan, ni siquiera de las que los reciben: un premio es una victoria colectiva. La misma que dio cuenta Claudia, hija de Glayds Castro y Walter Domínguez, desaparecidos por la última dictadura cívico-militar, cuando, al momento de hablar sobre su verdadera identidad con su hija de nueve años, le responde :"Lo sé por Zamba, mamá."