Asociación de Abogados Laboralistas: la crisis no la inventó La Cámpora
Por Nahuel Placanica
El fuero laboral nació en la Argentina de la mano del General Perón. Creó un ámbito judicial en el que el trabajador podía equilibrar en el plano legal la desfavorable correlación de fuerzas frente a la patronal.
Al igual que sus pares civiles y penales, los abogados que recorren los pasillos de los Tribunales del Trabajo se encuentran agrupados en distintas asociaciones. En el ámbito de la Capital Federal, pueden diferenciarse tres: la Asociación Argentina de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social (AADT), de perfil académico; la Sociedad Argentina de Derecho Laboral (SADL), abocada a la organización de congresos y charlas; y la Asociación de Abogados Laboralistas (AAL), cuyo precepto base es la defensa del trabajador.
Hacia fines de agosto, más precisamente el 25 de este mes, se llevarán a cabo las elecciones en la AAL en un clima de tensiones que ya desandó el tradicional camino de consensos al que estaban acostumbrados los afiliados.
Aunque desde la actual conducción de la asociación hablaron de una supuesta maniobra de La Cámpora para “cooptar” la entidad, un breve repaso de la dinámica interna de la organización durante los últimos años aporta otra perspectiva.
Algo más que La Cámpora
Si bien desde hace años los procesos de renovación de autoridades en la Asociación de Abogados Laboralistas se venían resolviendo en términos de unidad, las diferencias al interior de la Asociación no son novedosas.
En 2004 se produjo la primer ruptura importante al interior de la institución. El crecimiento experimentado por la CTA (entonces unificada) a comienzos del nuevo milenio, hizo que las discusiones sobre el modelo sindical ahondaran distancias entres los miembros de la asociación. Tal fue el distanciamiento, que un grupo importante de afiliados decidió alejarse de la actividad interna de la AAL.
Pero es recién en 2006 cuando se genera la principal ruptura. En ese entonces, una cuestionada asamblea definió el destino de la presidencia de la entidad, lo que determinó que un grupo significativo de activos afiliados decidiera dejar de participar de la asociación. El escándalo fue tal que hasta el mismo presidente saliente se negó a avalar los hechos.
De cara a la renovación de autoridades que tendrá lugar este año, muchos de los disidentes de 2004 y 2006 conformaron un bloque opositor al interior de la entidad con el objetivo de avanzar hacia un recambio en el Consejo Directivo, entendiendo que la actual conducción no refleja el resurgimiento que la profesión ha tenido en los últimos años a partir del crecimiento de las tasas de empleo y los avances en términos legislativos.
Asimismo, consideran que la deficiente gestión de la actual dirigencia ha terminado por estrangular financieramente a la asociación, al no promover la regularización de los afiliados con deudas.
El sector crítico, que se referencia en la “Corriente de Abogado Laboralistas 7 de julio” (La Corriente), tiene entre sus militantes al abogado laboralista Leandro Recalde, hermano de Mariano, titular de Aerolíneas Argentinas y dirigente de La Cámpora.
La relación entre los hermanos Recalde y la militancia externa de algunos afiliados en la agrupación conducida por Máximo Kirchner, fueron los argumentos utilizados por la actual conducción de la AAL para acusar a la organización juvenil de pretender “cooptar” la entidad.
Sin embargo, el recorrido trazado más arriba sobre el comportamiento interno de la AAL durante los últimos años da cuenta de un proceso más complejo que va más allá de la circunstancial relación de algunos afiliados con la agrupación de jóvenes kirchneristas.
Trampas y picardías
Después de infructuosos pedidos elevados al Consejo Directivo para ver los padrones electorales, los representantes de “La Corriente” tuvieron que recurrir a la Inspección General de Justicia para poder verlos.
Los afiliados críticos también se encontraron con obstáculos a la hora de querer acceder a la documentación de respaldo que acredita el pago de cuotas de los afiliados, dato clave que determina su participación o no en el proceso electoral.
Durante los últimos años, y pese a la propuesta realizada por los militantes de La Corriente, la conducción de la AAL no ha promovido la implementación de moratorias. Es un hecho bien conocido que muchos de los afiliados que se alejaron de la Asociación en las diferentes rupturas, dejaron de abonar sus cuotas y hoy se encuentran inhabilitados para participar, lo que le permite a la actual conducción resguardar su posición con un reducido número de afiliados al día.
Cabe agregar que el organismo encargado de fiscalizar la reunión y garantizar la transparencia de la misma es la Junta Electoral, cuyos miembros son elegidos en asamblea. El principal dato llamativo al respecto es que su efímera existencia será cuestión de horas, ya que asumirá sus funciones el mismo día de la elección.*
Esto significa que en términos reales, sólo se encargará de contar votos, cuando entre sus tareas se encuentran la certificación de listas y la evaluación de las impugnaciones, acciones que deberían realizarse en las semanas previas a la fecha de votación.
Como puede apreciarse, las elecciones en la Asociación de Abogados Laboralistas no está exenta de chicanas legales.
*Al cierre de esta nota todavía no se había realizado la asamblea que define los integrantes de la Junta.