San Nicólas: Guillermo Chauderón, el falso médico que engaño a sus pacientes

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San Nicólas: Guillermo Chauderón, el falso médico que engaño a sus pacientes

18 Diciembre 2017

Por Fernando Latrille

Como es sabido el negocio de los laboratorios y sus profesionales especializados es el de inventar enfermedades con el objeto de ampliar el mercado hasta que todos se vuelvan enfermos y de esa manera generar un circuito virtuoso donde el negocio de la salud no se corte. Y es ahí donde Chauderón decidió superar aquella invención para poder convertirse en un falso médico.

 “La situación de su madre es irreversible”, sentenció Guillermo Chauderón que actuaba (nunca mejor aplicado el término)  como médico en la Clínica UOM de la ciudad de San Nicolás, provincia de Buenos Aires. La mujer presentaba un cuadro respiratorio por la que ya había sido atendida anteriormente, pero esta vez Chauderón se ocupó de la paciente y de decirle a su hijo que era necesario dejarla internada porque estaba deshidratada y convenía hacerle estudios.  
Pasados unos días fue cuando diagnosticó “que tenía atrofia cerebral y le iba a suministrar medicamentos para que no sufriera dolor y que la apagaría de a poco”, según le expresó en forma de consuelo al hijo que hoy es representado por Gabriel Ganón como damnificado. La mujer  estuvo dormida, dopada, perdió primero el habla hasta finalmente fallecer.

Chauderón se desempeñaba como médico Jefe de Guardia de la Clínica UOM, Jefe del 3 Piso y Jefe de Clínica del Departamento de Oncología. Profesor en la escuela de Policía y hasta forense en la morgue judicial. Sin título médico ofició como tal por seis años. 

Fue tal la simulación que en su pueblo organizó una gran fiesta cuando dijo haberse recibido. Su mentira estalló ante un cambio en la dirección del sanatorio donde le solicitaron el título. Su nueva patraña fue que lo había perdido en la inundación, pero su mentira no era efectiva la inundación había alcanzado a la localidad de La Emilia y no a la localidad de Villa Riccio, donde vivía. La solicitud de las autoridades a la Universidad Nacional de Rosario comprobaron que solamente nueve materias había rendido de la carrera de medicina.   

De la mano del hombre del campo Ismael Passaglia que pasó de intendente del FpV a la administración general del Instituto de la Vivienda designado por la gobernadora María Eugenia Vidal- fue que Chauderón obtuvo su primer trabajo designado en la localidad de La Emilia como médico clínico. 
Reglamentariamente los institutos, clínicas, sanatorios, deben remitir periódicamente el listado de su personal médico y de enfermería con los respectivos títulos habilitantes. Los ministerios de salud Nacional y Provincial deben controlar el funcionamiento de dichos establecimientos por la transcendencia del servicio público que desempeñan. 

Al control sobre las matriculas médicas el Ministerio de Salud de la Provincia lo delega en el Colegio Médico de la provincia de Buenos Aires. Por lo visto, ese control no fue adecuadamente ejercido por la delegación local del Colegio Médico. Guillermo Chauderón tuvo mejor suerte de la que corrieron sus pacientes cuando luego de autolesionarse ingresó a la clínica de la UOM donde trabajaba como jefe de guardia para ser atendido. No se encontró con ningún falso médico que lo dejara morir o le suministrara medicamentos indebidos que agravaran su cuadro. 

Su intento de suicidio arrojaron dos suposiciones: la primera el desconocimiento de la anatomía humana, la segunda un último acto de actuación para presentarse como víctima ante la imputación  por homicidio con dolo eventual, abandono de persona seguida de muerte, usurpación de título, estafa, ejercicio ilegal de la medicina, falsificación y uso de documento público.