El periodismo científico en grandes medios: ni ciencia ni periodismo

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El periodismo científico en grandes medios: ni ciencia ni periodismo

05 Septiembre 2012

El periodismo científico (en adelante PC), una de las formas de la comunicación pública de la ciencia, es una especialidad profesional y laboral tan respetable como cualquier otra. Sin embargo, algo no anda bien en los grandes medios cuando proliferan artículos en los que se habla de infidelidad genética a partir de estudios en ratones, del “gen gay”, de hormigas corruptas, o cuando un logro de investigadores argentinos es tratado con frivolidad chauvinista o se usan metáforas equívocas, como por ejemplo “la máquina de dios”. Algunas cuestiones deberían repensarse.

Primero: El PC en los grandes medios argentinos es hoy un campo ocupado por intrusos, algunos de los cuales, es justo reconocerlo, lo hacen muy bien: periodistas inquietos, profesores con vocación mediática, científicos con vocación de escritores, científicos que suplen la falta de reconocimiento académico por reconocimiento mediático, o también por científicos que, alentados y legitimados por los premios recibidos, encuentran campo fértil para elucubraciones de variada índole. Este debería ser un campo con la debida formación profesional específica, cosa que hoy ocurre sólo de manera incipiente, dado que no es ni ciencia (mucho menos una versión “traducida” de ella), ni periodismo en sentido corriente. Debemos revisar las razones conocidas de hacer divulgación de la ciencia: que la ciencia es un bien público; que es factor de progreso para la humanidad; que es necesaria para la vida cotidiana; que ayuda a tomar decisiones vitales a las personas; y que, como la ciencia necesita cada vez más del apoyo de la población – incluido el económico – debe mostrar y difundir sus logros y las posibilidades futuras.

Segundo: Si se acepta que difundir la ciencia es una tarea importante e insoslayable para el mundo actual, ¿por qué habría que dejarla entonces en manos de las empresas de medios masivos de comunicación? La lógica comercial de funcionamiento de los medios masivos resulta inadecuada por varias razones. Los tiempos de elaboración, la necesidad de espectacularidad y de tener todo el tiempo noticias nuevas y la escasez de mecanismos de control académico, no tienen nunca, o casi nunca, un correlato con el funcionamiento de la ciencia.

Estos periodistas parecen necesitar revoluciones científicas semanales o, a lo sumo, quincenales (para beneplácito de quienes creen que hay orden y armonía en el mundo, en general esto coincide con la periodicidad del medio), pero el trabajo de los científicos suele ser mucho más monótono y menos espectacular. Por otro lado, la comunicación de la ciencia nunca será masiva y es absurdo esperarlo, como no sea para agrandar un negocio.

Asimismo, buena parte del PC responde a la necesidad de sectores de la comunidad científica necesitados de golpes de efecto mediático, sea por cuestiones meramente narcisistas, sea para conseguir y/o justificar la utilización de fondos públicos. Otra cuestión no menor resulta de la altísima permeabilidad de los medios masivos al lobby de muchas empresas. Por ejemplo laboratorios medicinales que montan operaciones de prensa destinadas a la venta masiva de productos no necesarios, o a bajar los estándares de los protocolos de medicación; empresas de transgénicos, o que producen residuos contaminantes, etc. Este tipo de problemas se da en general, justamente, en aquellas cuestiones en las cuales los ciudadanos deberían hacer uso de su capacidad de decisión.

Como no podía ser de otra manera, el PC asociado a otras formas de comunicación pública de la ciencia se ha convertido en un nicho profesional con sus propios rituales, características, internas de poder y sus referentes. Según la lógica mediática, la fascinación y legitimación opera casi por la repetición y no por la calidad. También los científicos y autoridades se cholulizan, y premian y subsidian lamentables groserías intelectuales, despropósitos didácticos, errores científicos y banalidades ególatras. Esto hace muy difícil remover obstáculos inveterados que conspiran contra la calidad y la seriedad.

El periodismo científico, al menos el de los grandes medios, no cumple con los objetivos que suele invocar como su razón de ser, y debería ser revisado hasta sus fundamentos.