Malvinas: a 181 años de la ocupación inglesa, por Fernanda Cientofante
Por Fernanda Cientofante
“[…] Asimismo, pondremos especial énfasis en la defensa de nuestros legítimos intereses en el mar epicontinental argentino y en la zona de 200 millas adyacentes a nuestras costas. Y será preocupación fundamental de mi Gobierno la recuperación de ese jirón inmarcesible de nuestro territorio, que son las Islas Malvinas. Comprometemos nuestra decisión de informar debidamente a la opinión pública argentina y del mundo de todas las tratativas que se han venido realizando en estos últimos años, aparentemente sin ningún resultado fructífero […]”
Héctor Cámpora, Mensaje ante la Asamblea Legislativa, 25 de mayo de 1973
“[…] Venimos desde el sur de la Patria, de la tierra de la cultura malvinera y de los hielos continentales y sostendremos inclaudicablemente nuestro reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas […]”
Néstor Kirchner, Discurso de Asunción como presidente de la República Argentina, 25 de mayo de 2003
Desde hace 181 años, una parte del territorio argentino esta usurpado por una gran potencia colonizadora mundial: Gran Bretaña. Ubicada al sur del Océano, a 480 kilómetros de la costa patagónica y a 13.000 kilómetros de Inglaterra, las Islas Malvinas fueron y son preciadas por su posición estratégica geopolítica y por sus recursos agrícolas y minerales. Desde su colonización, el Estado Argentino no se ha detenido en su reclamo diplomático por sus derechos por la totalidad de esas tierras, conformadas como territorio argentino después de la Revolución de Mayo de 1810 y las luchas por la Independencia y usurpadas violentamente por Inglaterra en 1833
El Reino Unido no tiene ninguna duda sobre su usurpada soberanía en las Islas Falklands (denominación que dan los británicos) y no está dispuesto a negociar ese aspecto, hasta tanto lo digan su habitantes, en respeto a su derecho a la autodeterminación y cumpliendo con lo que establecen las Naciones Unidas. Ese es uno de sus argumentos actuales para defender su posición, pero sus razones históricas, geográficas y diplomáticas para sostenerla han cambiado a lo largo del tiempo.
La soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur es un reclamo que históricamente nos corresponde destacar como un hecho argentino y culturalmente identificatorio. Pese a lo propagado por medios hegemónicos, Malvinas es una causa que supera la instancia de la guerra de 1982, ejecutada sin reparo por la peor dictadura que supo conocer nuestra historia.
En enero de 2014 se cumplirán 181 años del comienzo de la usurpación británica de 1833, cuando fuimos expulsados mediante la violenta ocupación de tierras pobladas por argentinos a través de la fuerza de enviados británicos. Fue entonces cuando, pese al valor patriótico de figuras como el gaucho Antonio Rivero quien lideró la resistencia durante 5 meses, la ilegitimidad y la usurpación se apoderaron de un territorio innegablemente argentino por fundamentos geográficos, políticos e históricos. Tal es así, que desde 1833 hasta hoy, gobiernos de distintos signos políticos de nuestro país han llevado adelante un reclamo diplomático y legitimo por la soberanía de nuestras tierras.
Pero la disputa por la soberanía no es una cuestión de razones o mejores argumentos, sino que se trata de una disputa de poder, una disputa política que enfrenta el legítimo reclamo soberano de nuestro país con las sinrazones del imperialismo británico que sostiene enclaves coloniales en pleno siglo XXI. Esa batalla política se encara desde el diálogo, la paz, las razones del derecho internacional, las resoluciones de organismos internacionales y los apoyos regionales, pero sobre todo se encara a partir de que es asumida como cuestión nacional por los 40 millones de argentinos.
La llegada de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, provenientes del sur y conocedores de la problemática histórica, política y geográfica que significa el conflicto de soberanía sobre las Islas, nos ponen más cerca que nunca en los últimos 30 años de recuperar Malvinas. Y al igual que en otras instancias de este proyecto político, es a partir del mandato histórico donde se elabora el sostén del reclamo. Figuras del calibre patriótico de José de San Martín, Juan Manuel de Rosas y Juan Domingo Perón nos marcaron el camino de no ceder en nuestro reclamo, el mismo que enarboló Héctor J. Cámpora durante su discurso de asunción donde colocó la causa de las Islas Malvinas y su soberanía como un objetivo de toda la Patria.
Es decir, la línea histórica de revolución nacional y popular nos marcó el camino también en la causa Malvinas. Y ese mismo espíritu es el que manifestó Néstor tanto como intendente, gobernador y luego como Presidente, con el conocimiento necesario en piel y sentimiento sobre esa marca de nuestra historia que es Malvinas. Con la enseñanza que solo a través de la paz y el diálogo, pero con la firmeza de mantener nuestros valores y amparados en los derechos legítimos e históricos que nos resguardan.
Malvinas es también la bandera de la Patria Grande, de América Latina. Esta empresa de todo el continente cuenta con el apoyo de los pueblos latinoamericanos, quienes a través de sus gobiernos han apoyado a Argentina en el reclamo de soberanía, con la firme convicción que Malvinas, como mencionó Cristina Fernández de Kirchner en la última cumbre del MERCOSUR, “no es una causa Argentina, es una causa global”. Hoy Argentina se encuentra acompañada por nuestros hermanos, demostrando una vez más que solamente a través del trabajo colectivo podremos llegar a buen destino.
Con nuestros derechos históricos, políticos y geográficos y en el marco internacional, no dejaremos de impulsar un pedido por una mesa de dialogo directa, tal como se propuso desde los foros internacionales, no cesaremos en nuestro respaldo a Cristina por volver a poner en agenda, pese al desaguisado de los grupos hegemónicos, un tema que le corresponde a Argentina como nación y como pueblo. Porque pese a lo que difunden infamemente Clarín, La Nación y periodistas cómplices de la Guerra como Chiche Gelblung y los empleados de las corporaciones, cada acción de este gobierno debe ser reivindicada como un paso más hacia la soberanía nacional. La desclasificación del informe Rattenbach, la puesta en valor de los ex combatientes en la Guerra de Malvinas y el llamado al dialogo frente al Imperio Británico nos demuestra una vez más que Argentina con la conducción de Cristina vuelve a estar de pie.
La lucha por el reconocimiento de la soberanía en las islas se inscribe como uno de los objetivos centrales de este modelo de país que encabeza este proyecto nacional y popular, que comenzó en el 2003, en el que la identidad nacional se define en consonancia con la defensa de los Derechos Humanos y la Integración Latinoamericana. Ello significa toda una redefinición de la identidad nacional, ser argentino es definirse como un latinoamericano comprometido con los DD.HH, es decir, con la libertad y la autodeterminación que no pueden ejercerse allí donde persiste un enclave colonialista.
Por derecho, por sentimiento y la convicción de un pueblo, las Malvinas son argentinas. Más temprano, más tarde la bandera Argentina volverá a flamear en las islas porque cuenta con las razones definitivas de la historia y la grandeza de su Nación.