"En Madrid triunfó un discurso neoliberal explícito que el PP nunca había tenido hasta ahora"

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"En Madrid triunfó un discurso neoliberal explícito que el PP nunca había tenido hasta ahora"

06 Mayo 2021

Por Juan Cruz Guido

AGENCIA PACO URONDO 
mantuvo una extensa charla con Javier Franzé, profesor de Teoría Política en la Universidad Computense de Madrid, sobre las recientes elecciones en la Comunidad de Madrid. En su calidad de argentino también, traza paralelismos entre la política española y los retos que enfrenta la Argentina. La consolidación de Vox, el triunfo del centralismo madrileño frente al resto del país y el traspié de Podemos. "El desafio ahora del gobierno de España es mantener un bloque de poder nacional y popular, entre los sectores populares y la burguesía nacional”, reflexiona. 

Agencia Paco Urondo: ¿Qué balance hace de las elecciones en Madrid? 

Javier Franzé: En principio, un triunfo arrasador del PP. Sobre todo, me parece que la novedad, que lo que triunfa es un discurso neoliberal explícito que el PP nunca había tenido en tal grado. Sí que ha habido políticas neoliberales en España, no sólo por parte del PP, también del PSOE. Pero el PP siempre en todas esas veces, la justificación de los recortes y la reforma del mercado laboral, eran en nombre de preservar el Estado de bienestar, de preservar al Estado, bienestar para las generaciones futuras, etcétera. Nunca hubo un discurso thatcherista abierto, de que cada uno se arregle por su cuenta. En cambio, en el caso (Isabel Díaz) Ayuso, sobre todo en un contexto donde la presencia del Estado era más necesaria que nunca e incluso la izquierda confiaba en que en el seguimiento disciplinado que se hizo del confinamiento revitalizara un poco el sentimiento comunitario y la idea del Estado, en ese contexto, lo que hace Ayuso es resignificar la presencia de los individuos emprendedores, no necesariamente contra el Estado, pero sí incluso criticándolo, no al Estado de bienestar, pero sí colocándolo como si fuera algo que te quiere tomar de rehén y que te quiere controlar a través de las subvenciones.

Eso sumado a la necesidad económica evidente de un gobierno que generó políticas sociales, pero no muy ambiciosas, y encontró por la pandemia a mucha gente en una situación de debilidad muy grande, de que si no puedo trabajar, mi economía y mi familia se caen. Entonces eso es lo que arroja. Y la otra cuestión, es más en términos nacionales de si este relato, si este discurso, le va a servir al PP en el nivel nacional. Yo tengo mis dudas porque en el nivel nacional juega mucho el eje centro-periferia, no solo el eje izquierda-derecha sino centro versus periferia. Y el PP incluso con un discurso pretendidamente centrista, con elementos nacionales y católicos. Aun así, no se puede decir que sea un partido estrictamente nacional, porque en Cataluña y el País Vasco, la representación que tiene es muy baja, no es comparable con la del PSOE, por ejemplo. Entonces si con un discurso duro de derecha nacionalista español, españolista, se intenta ganar una elección nacional, yo lo veo difícil.

APU: Los números finales no arrojan un crecimiento de Vox con respecto a la elección de 2019, pero sí una consolidación. De todas maneras, parece haber permeado en el PP…

JF: Efectivamente en los números Vox no crece. Uno podría decir que se consolida, pero tampoco el porcentaje que tiene es muy alto, muy significativo. Pero depende cuál sea el objetivo. Yo creo que el objetivo de VOX es justamente marcar la agenda pública. Es un partido de agitación, de sacar temas políticamente incorrectos, sobre todo en un país muy ordenado y muy institucionalista como es España. Entonces, desde ese punto de vista, ese 10 por ciento que obtienen les sirve porque es el 10 por ciento que necesita el PP para formar gobierno en cualquier momento. Aun cuando ellos se lo den a cambio de nada. Pero en realidad ya ganaron lo que tenían que ganar, que era derechizar el discurso público, que se hablara de cosas que en España nunca se han hablado. Como de los menores extranjeros no acompañados, que son muy pocos y que el Estado tiene además la obligación de acoger y de cuidar, y que ellos los ponen como delincuentes comunes. De hecho, hicieron un spot para la radio que la Justicia les echó para atrás, porque era injurioso el lenguaje. Pero en realidad lo que ellos quieren es que esas cosas salgan a la luz, armar lío alrededor de eso y que se vaya creando ese caldo de cultivo en el cual todo el mundo está obligado más o menos a decir cosas obvias, como es que estos menores no son un problema social sino al contrario. Si se toma eso como el objetivo, yo creo que lo están logrando y creo que es una reacción lenta y prolongadamente trabajada al 15M. Ahora se cumplen 10 años del 15M (Indignados). Es una reacción de las élites a ese movimiento ciudadano.

APU: ¿Cuánto de la tradición fascista española y cuánto de las ultraderechas europeas conforman la ideología de Vox?

JF: En términos de personas, evidentemente vienen de dónde vienen, vienen de ese fascismo. De hecho, ellos han dicho en el Parlamento que el actual gobierno es el peor en los últimos 80 años. Lo dicen para provocar y porque lo sienten, también evidentemente lo creen. Pero, no obstante, yo creo que la estrategia de Vox es lo que Traverso llama los posfascismos. Es decir, no son los que quieren volver al orden fascista. Sería en principio altamente improbable. No hay nada imposible, pero altamente improbable, por un montón de cosas. Pero si son lo suficientemente inteligentes para su estrategia de darse cuenta que aquellos valores se pueden poner en juego dentro del marco democrático. Sobre todo, en una democracia que se ha vuelto en los últimos años pura gobernabilidad, puro estatus quo prácticamente. Una democracia debilitada en el sentido de los valores, que ya no es democracia social potente, expandida, sino que es prácticamente una regla del juego. Bueno, esos valores pueden entrar e incluso no entrar demasiado en contradicción, porque parece que tienen derecho a emitir su discurso y a ir a las urnas. Ellos juegan a eso y desde ese punto de vista creo que están teniendo un éxito relativo.

APU: Patricia Bullrich saludó el triunfo de Isabel Díaz Ayuso, con quién busca emparentarse en una reacción individualista frente a la pandemia y de “abrir” la economía a cualquier costo, ¿cómo se gestó este triunfo del PP en Madrid?

JF: El contexto general es que el PP está metido en un problema desde hace unos años, sobre todo desde hace unos dos o tres años, cuando Casado asume la dirección. Casado gana la interna del PP, que no es una interna directa sino a través de compromisarios. Era candidato a la derecha, era candidato del aznarismo frente a Soraya Sáenz de Santamaría, que había sido una de las ministras más importante de Rajoy y que era ese PP, como puede ser el de Feijóo en Galicia. Un PP conservador, cristiano, nacionalista español, pero siempre con una cara más o menos amable, no muy ideológica, no abiertamente neoliberal. Pero claro, cuando él gana, por la derecha tiene el problema de Vox ya planteado. En su momento, el gran proyecto de Aznar fue unir todo lo que iba del centro a la derecha y eso lo logró, con la creación de Vox y después con la Ciudadanos, son desagregaciones, no escisiones formales, pero sí desagregaciones reales del PP. Con Ciudadanos, Casado no tenía tanto problema porque tenía que ir hacia el centro, que es una de las familias del PP, el sector liberal y después hay uno más conservador cristiano. Pero Vox sí le planteó un problema porque le obliga a salirse de eso que se suele decir en España, que aquí las elecciones se ganan por el centro, como en Europa en general.  Lo obliga a irse muy a la derecha y a ocupar un lugar que en España es el lugar del mal. “No eres centrista, sino radical”. Extremista sería en Argentina. Entonces el problema en una política muy formal, que no está acostumbrada a los grandes vaivenes, a que en un partido convivan tendencias muy diferentes, sino que en ese sentido es más esquemática la política española, es un problema para el PP. La elección de Madrid no le resuelve el problema. Porque a nivel nacional Madrid es muy específico. Vos en Madrid podes hacer un discurso nacionalista español, anti catalán, y no te genera un problema. Pero eso en el resto del país no lo podes hacer, más en Cataluña. Podes hacer un discurso duro contra los independentistas, pero no españolista, digamos.

De hecho, aquí el nacionalismo español está mal visto. Nadie dice que es nacionalista español, dicen "Somos constitucionalistas". Lo general lo representa la Constitución, no el nacionalismo español. Los nacionalistas son solo los vascos y los catalanes, y los gallegos a veces. Entonces en esa gramática es muy difícil que el PP pueda hacer un discurso duro en el nivel nacional. Yo creo que Casado, aunque se colgó por supuesto del triunfo de Ayuso, porque venía bastante mal, no tiene resuelta la cosa. Y Ayuso lo que ocupó fue el lugar de Casado en la pandemia. Ocupo de facto la cabeza de la oposición y empezó a criticar a Sánchez. A decir “Tenemos un gobierno social comunista que es totalitario, que nos encierra en casa y que quiere destruir el mercado, que es lo que detesta, y de paso destruir la nación española”. Ocupó ese lugar, pero eso le sirve para Madrid. Yo creo que para el nivel nacional el problema sigue planteado para el PP y no es de fácil solución.

APU: ¿Qué papel juega en toda esta interna de la derecha española el partido Ciudadanos?

JF: Ciudadanos entronca con la transición, con el suarismo, con lo que representó Adolfo Suárez, el centrismo democrático, social. Al principio, era eso. Rivera, era eso. Y en ese sentido no se llevaba mal con el PSOE, de hecho, el PSOE lo tuvo como socio privilegiado. El tema es que lo que lastra un poco a Ciudadanos es que ellos originalmente son un partido en Cataluña y son un partido que se forma contra el auge del independentismo y después cuando surge Podemos, las élites dicen, incluso hay un empresario que lo dice explícitamente, necesitamos un Podemos de derecha. Entonces toman a Ciudadanos y le dicen “Vengan, muchachos, nosotros los financiamos". Más allá de eso, tiene relativo éxito. Son centristas, pero son duros con Cataluña. Y ahí volvemos al problema que planteábamos recién. Pero en lo inmediato el problema de Ciudadanos fue que ellos quisieron jugar el papel de aquel que iba a permitir que los partidos de la Transición gobernaran. Era facilitador tanto a la derecha como a la izquierda, el PP como el PSOE. Porque ellos lo que querían era neutralizar el desafío que significaba Podemos a la Transición. Entonces jugaban a ser centrista liberal, inclinándose para un lado para el otro para formar gobierno. 

En Murcia, ellos inician en marzo una moción de censura contra el gobierno del PP, de la mano del PSOE. Entonces eso, que parece afincado en Murcia, en realidad tiene repercusión en Madrid. Ellos gobernaban en Madrid con Ayuso y con Vox. Entonces Ayuso dice “Si lo hicieron en Murcia, me lo van a hacer en Madrid y me quitan el gobierno”. Porque si se le daban los votos al PSOE gobernaba el PSOE en los próximos dos años y se acababa, entonces ella adelanta las elecciones. Es ese elemento. El centrismo liberal es una posición difícil en un país donde la izquierda-derecha es el eje político, aunque luego ganan por el centro. 

APU: Finalmente quedó desdibujada su postura…

JF: Claro, porque donde está la virtud está el problema: o yo lo juego bien y pivoto entre los dos, o lo juego mal y traiciono a uno para favorecer al otro. Entonces creo que el electorado de derecha claramente no confió en Ciudadanos. Dijeron para votar, votamos al PP y ya está. 

APU: ¿Cómo analizó la elección de Podemos en Madrid, y el desempeño de Pablo Iglesias en particular en la campaña y la elección?

JF: Es complicado. Yo creo que, a largo plazo, un poco lo que expresa la salida de Pablo, la caída de Podemos, es inicialmente el intento de colocar en un país institucionalista una hipótesis populista, que yo creo que no, no casaba con la cultura política española, por decirlo de una manera. Entonces eso funciona el primer año, pero funciona, sobre todo, por la novedad y porque nadie sabe por dónde atacarlo, hasta que les colocan la etiqueta de chavistas y populistas justo en ese momento la situación en Venezuela empieza degradarse entonces el contraejemplo es efectivo. Otro problema que yo creo que tiene Podemos es que es un partido muy de los medios y muy de las redes y sin arraigo social, que el PP y el PSOE tienen y fuertemente. Entonces no está en capacidad de soportar una crisis, como le pasa a Ciudadanos, no está en capacidad de soportar una crisis porque cuando viene un viento fuerte se vuela todo. En cambio, el PSOE, por ejemplo, con Pedro Sánchez, tuvo una crisis enorme, estuvo a punto de partirse, y, sin embargo, la estructura resistió, como en las estructuras que se mueven un poco para resistir. Al PP le pasó un poco lo mismo, al fin y al cabo. Tienen capacidad, tienen historia, tienen arraigo. Podemos no lo tuvo y tampoco lo trabajó, porque en un primer momento, ellos ganaron mucho terreno desde las redes y desde los medios, pero no aprovecharon ese momento para hacer un trabajo de implantación. Entonces creo que la expresión de eso es que Pablo tuviera que bajar a Madrid para ser candidato, porque Madrid es una plaza favorable a un partido como Podemos, o debería serlo. En realidad, él baja para superar el 5 por ciento de los votos que es el piso para obtener representación y realmente al final logra un 7 con 20, no logra mucho. La consecuencia de su bajada a Madrid es casi contraproducente, porque la pregunta inicial era efectivamente que la izquierda para ganar necesitaba movilizar al electorado abstencionista, generalmente de izquierda y una izquierda no socialista, no digo antisistema, pero desengañada de la política. Entonces eso lo podía hacer Pablo y el resto lo podía movilizar entre (Ángel) Gabilondo y (Ínigo) Errejón. Pero claro, Pablo a la vez movilizaba mucho a la derecha extrema. Hay que hacer los números, pero el mismo lo dijo la noche que renuncia, que él cree que finalmente ha movilizado más a la derecha que a su electorado.

Todo ese cúmulo de factores hace que sea un partido muy construido alrededor de un liderazgo. Pero casi una cáscara vacía. Entonces el futuro ahora no lo veo muy bien. Tienen una figura muy buena que es la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Es excelente. La mejor ministra, en un tema muy candente en Europa y en todo el mundo. Las relaciones laborales, la reforma laboral y ella es técnicamente brillante y políticamente también. Pero parece que no va a ser ella la que se haga cargo del partido, sino Ione Belarra, que es una dirigente de Podemos. Que claro uno tiene la sospecha que la carrera política la han hecho sobre la base de la fidelidad al núcleo dirigente. Entonces creo que el futuro no es muy halagüeño. Me parece que van a tener problemas importantes.

APU: Desde Argentina llamó mucho la atención que a diferencia de la experiencia, por ejemplo, del Frente de Todos de unirse para ganarle a Mauricio Macri, en España Podemos, el PSOE y Más Madrid fueron separados…

JF: Lo que pasa en el Frente de Todos tiene otra lógica de agregación. Una lógica de agregación más nacional popular. Que es mucho más flexible, mucho más abierta, mucha más integradora desde su origen, además. Aquí la cultura de izquierda es más parecida en un sentido a la cultura de izquierda en Argentina. Es una cultura más ortodoxa. Vamos a decirlo así, un poco más exigente. Aquí lo que más se parece a esa cultura nacional popular es el PSOE, que es el que abre más, el que tiene capacidad de tener alas diferenteS e ir llevándolo. En realidad, originalmente en Podemos convergen tres grandes familias, la familia que venía de Izquierda Unida, que es la que representa Pablo, y la familia que venía de fuera, que nunca había pasado por Izquierda Unida, que es la familia de Iñigo. Él era anarquista en realidad cuando era chico. No tenía nunca ese socializó en el Partido Comunista. Y después se agregó un tercer grupo que era el grupo trotskista, pero eso fue más porque brindaba la estructura partidaria, los anticapitalistas. Las dos grandes corrientes de izquierda, Íñigo y Pablo, se unen. Después se produce la pelea entre esos dos sectores. Que tiene algunos elementos ideológicos, yo creo que reales, y por falta de organización deja muchas heridas muy tempranamente. Entonces, de ahí que la idea de ir separados era más productiva que la de ir juntos. Sobre esto que te decía antes, porque cada uno se concentraba en una porción del electorado. El PSOE en la centroizquierda, Pablo en la izquierda más o menos clásica y abstencionista, e Íñigo en una izquierda nueva, más joven, feminista, verde, progresista. Y eso funcionó. Creo que no fue tanto eso, sino sobre todo la debacle del PSOE en Madrid.

APU: La lectura de la mayoría de los medios de comunicación españoles fue trasladar la elección de Madrid como un golpe directo contra Pedro Sánchez, ¿coincide con esa visión o es un poco exitista?

JF: Es la contracara de la cuestión de si este discurso le va a servir al PP en el nivel nacional. Yo tengo mis dudas porque es ambiguo, es muy difícil saber el sentido del voto y por supuesto cuando no hay uno solo. Aquí ganar por el 40 por ciento es muchísimo. No hace falta tomar mayorías absolutas, en porcentaje quiero decir, sí en escaños. Entonces es muy difícil, porque la excepcionalidad de la situación explica mucho. Porque en todo el mundo se planteó la tensión entre economía y salud. No creo que haya que negarlo ahora. Evidentemente para ciertas sensibilidades políticas, en la que yo me incluyo, privilegiamos la salud. Pero claro, también es cierto que uno lo puede hacer a partir de ciertas condiciones. Por eso no creo que sea tanto de decantarse por una o por otra, pero sí de comprender la situación.

No creo que sea inmediatamente un golpe para Pedro Sánchez. No lo creo. Lo que pasa es que el gobierno es un gobierno débil, que tiene poco apoyo parlamentario. Ahí la clave es un poco Podemos y los partidos de afuera, como el PNV o Esquerra Republicana, que apoyan según qué ley sea y van avanzando. Pero el Gobierno tiene los presupuestos aprobados, que aquí es como pasar una moción de censura negativa. En este sentido, yo creo que tiene elementos para para terminar el mandato. Si logra terminar el mandato y un poco las secuelas de la pandemia se van quedando lejos y se pueden ir reparando, con los fondos europeos que van a ser una entrada importante, creo que puede salir bastante adelante.

APU: Para terminar, y siguiendo esto último, ¿cuáles cree que son las perspectivas para el gobierno de coalición de izquierda entre el PSOE y Podemos de acá en adelante?

JF: Ahí el tema es este es un poco el tema español. Hay un problema muy de fondo que es la llamada cuestión catalana, que en realidad yo creo que, en la cuestión española, que es la dificultad de tener una identidad común en todo el país, una identidad nacional, que no hay. Pero eso está fuera de programa y no se va a resolver en los próximos dos años, se va a ir llevando como se puede. Aunque es un punto importante porque es lo que le genera los apoyos de Esquerra Republicana y en alguna medida del PNV. Pero para mí la cuestión clave son las secuelas sociales de la pandemia, que, en un país de una estructura productiva, débil como España, son fuertes. Tiene la posibilidad de los fondos europeos, pero ahí está el choque con las élites. España tiene, en relación a su potencia económica, aunque tiene un Estado de bienestar desarrollado, está infra desarrollado. El sistema impositivo es regresivo respecto de lo que podría ser. Y muchas veces han sido los fondos europeos los que han permitido mantener ese sistema regresivo impositivo porque la inyección de dinero venía de Europa. Un poco es la historia de la transición, dicho muy rápidamente. Creo que el PSOE ahí tiene que hacer, sí, un esfuerzo de un giro a la izquierda. Sobre todo, también por interés, porque está Podemos, pero también está ahora Más Madrid, o más país a nivel nacional, aunque es un partido débil a nivel nacional, pero podría progresar. Ahí tiene que girar a la izquierda y hacer una política de redistribución y de reparación social de todos los daños de la pandemia porque también está esta Vox asechando. El paro juvenil en España es del 40 por ciento, y mucha gente joven se va a Vox porque es la rebeldía, es lo antisistema, es el que dice lo que no se puede decir. Entonces por una serie de motivos, tiene que torcerles el brazo a las élites y mantener esa justamente esa capacidad nacional popular de construir un bloque de poder que abarque ciertos estratos de la burguesía nacional, para hablar en términos clásicos, y también de sectores populares. Para mí ahí se juega la cosa