Apuntes sobre la guerra de Cepeda

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Apuntes sobre la guerra de Cepeda

07 Febrero 2014

Por Pablo Andrés Varela

 

“La de Mayo, fue un doble revolución. Contra la autoridad de España y contra la autoridad de la Nación Argentina. Fue la sustitución de la autoridad metropolitana de España por la de Buenos Aires sobre las otras provincias argentinas; el coloniaje porteño sustituyendo al coloniaje español. Fue una doble declaración de guerra: la guerra de independencia y la guerra civil.”

Juan Bautista Alberdi. (Escritos Póstumos, vol. V)

El 1° de febrero de 1820, en la cañada del arroyo Cepeda, se enfrentaron el ejército de Buenos Aires, conducido por el Director Supremo, José  Rondeau, y el ejército Federal, encabezado por Artigas aunque conducido circunstancialmente por sus lugartenientes, López de Santa Fe, y Ramírez de Entre Ríos. Días previos, Rondeau había ordenado al ejército de Cuyo y al del Norte descender hasta Buenos Aires, para defender al gobierno central.

San Martín al frente del ejército cuyano, incurrió en el hecho histórico conocido como “la genial desobediencia”: Desoyó las órdenes del Directorio y se concentró en el cruce de los Andes. Por su parte, Belgrano, al frente del ejército del Norte, acató las órdenes del Directorio, pero sus subordinados se sublevaron, en el legendario “motín de Arequito”.

Sin el apoyo de los ejércitos independentista, Rondeau se anticipó a sus adversarios, adentrándose en territorio santafecino. De poco le sirvió la maniobra. A minutos de haberse iniciado las acciones, se desbandó  la caballería, al tiempo que la infantería se retiró rumbo de San Nicolás. En un abrir y cerrar de ojos, la suerte se inclinó del lado de los federales.

Los vencedores, reclamaron la disolución del Directorio y la anulación del Congreso Nacional junto con la plena autonomía de las provincias. Se inicia entonces un período de acefalia, inestabilidad política y derramamiento de sangre que se cerrará 60 años después, cuando Roca venza a Tejedor en la batalla de Los Corrales viejos, sellando la definitiva federalización de la ciudad de Buenos Aires.

Ante la desaparición del poder central, surge una nueva entidad política: la provincia de Buenos Aires, cuya Junta de representantes designa a Manuel de Sarratea al frente de la gobernación.

El nuevo gobernador, López y Ramírez firman el Tratado del Pilar el 23 de febrero. El documento incluye la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay entre otros puntos. Dicho tratado, significó una afrenta al orgullo porteño que veía representada en las huestes federales a la barbarie. El historiador oficial Vicente López da cuenta de la mirada porteña: “Se esperaba por momentos unos saqueos a manos de cinco mil bárbaros desnudos, hambrientos y excitados por las pasiones bestiales…”. Ramírez tenía expresas órdenes de Artigas de comprometer a Buenos Aires a auxiliarlo en su lucha contra la invasión portuguesa a la Banda Oriental. Ramírez no solo desoyó las órdenes del Protector de los Pueblos Libres, sino que a su vez firmó cláusulas secretas en donde Buenos Aires, se comprometía a proveerlo de armamento, no para repeler al invasor lusitano, sino para combatir a Artigas.

El entrerriano y el oriental rompen relaciones y tras sucesivos combates, se enfrentan finalmente en la batalla de Las Tunas, el 27 de julio. Aislado y derrotado, Artigas se autoexiliará definitivamente en terruño paraguayo, donde morirá olvidado en 1850.

Sin la sombra de Artigas sobre sus espaldas, Ramírez se declara Supremo de la República de Entre Ríos.

Mientras tanto Buenos aires conspira. Su política consiste en exacerbar los celos y rivalidades entre los caudillos federales: la era de las traiciones, ha comenzado.

Eliminada la injerencia de Artigas en el litoral, Martín Rodríguez, el nuevo gobernador de Buenos Aires, negocia con López en la estancia de Tiburcio Benegas el 24 de noviembre. Un nuevo congreso constituyente es convocado para dentro de 60 días en la provincia de Córdoba. Santa Fe reclama una indemnización de 25.000 cabezas de ganado por perjuicios infringidos a la provincia. El encargado de reunir “la vaquita” será Juan Manuel de Rosas, quien aportará 2.000 de su propiedad.

Comprada la voluntad de López a manos de Buenos Aires, éste rompe con Ramírez, quien al adentrarse en terreno santafecino es derrotado en Coronda, el 16 de julio de 1821. Días más tarde, el Supremo es alcanzado por una bala, cayendo herido de muerte. La cabeza del entrerriano le es enviada al gobernador santafecino quien la coloca en una jaula a modo de trofeo.

Así, se extingue la Liga de los Pueblos Libres creada por Artigas, y queda expuesto en toda su dimensión, el pragmatismo de la política porteña: lo que no pueda doblegar por la espada, lo domesticará con su poderío económico.

La exquisita pluma de Abelardo Ramos, describe a esa casta antinacional e intermediaria de la siguiente manera: “Los burgueses de mostrador se destacaban por su habilidad para burlar disposiciones fiscales… (y continúa) Toda esa clase mercantil cuyos apellidos de campanillas resonarán incesantemente en nuestra historia política, habíase ganado en la Europa de comienzos del siglo XIX un mote muy significativo: La pandilla del Barranco.”

Aislada de su marco histórico, la batalla de Cepeda sería un episodio bélico de escasa trascendencia. Sin embargo, una mirada escrutadora de los hechos, permite ver el complejo entramado y los diferentes actores sociales en pugna, sobre los cuáles se articularán las disputas durante el siglo XIX, en torno al diseño y configuración del Estado Nacional Argentino.