Aproximaciones al fenómeno Márkaris

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Aproximaciones al fenómeno Márkaris

10 Marzo 2018

Por Demian Konfino

 

Petros Márkaris nació en Estambul, Turquía, en 1937. Pero escribe sobre Grecia, la nación de su madre que adoptó como propia. Sus libros se venden como pan caliente en Argentina y en España. Escribe policiales. Es el creador Kostas Jaritos, un héroe panzón y sin capa que resuelve los entuertos más extraños en la Grecia del siglo XXI y sirven de excusa para de describir esta Grecia, la actual, la de la crisis económica, la de la troika europea exigiendo ajustes imposibles, la de la política formando parte del problema y no de la solución, la de la corrupción impregnada en todos los órdenes sociales.

Su Grecia es tan verosímil, su modo de explicarla en clave policial es tan universal, que cualquier lector de la periferia del mundo puede creer que los crímenes investigados se cometen en su ciudad y sentir empatía con el comisario Jaritos. A pesar de ser policía. Y a pesar de algunas traducciones de Tusquets, su editorial, dirigidas estrictamente al lector español que generan algún chirrido prescindible en la musicalidad del texto para el lector latinoamericano.

Liquidación final (Tusquets, 2014), es uno de los títulos más interesantes de la zaga de diez libros protagonizados por el comisario. Kostas Jaritos se topa con un asesino de evasores fiscales y funcionarios políticos corruptos. Los mata con métodos o contextos de la Grecia antigua. El homicida se hace llamar “Recaudador Nacional”. Exige que los defraudadores cancelen sus deudas con el Estado. De esta manera, las arcas públicas se incrementan notablemente en poco tiempo.

El prestigio de esta suerte de vengador popular pasa a ser aclamado por la misma opinión pública que soporta el peso de los ajustes exigidos por el Fondo Monetario Internacional y ve con buenos ojos que alguna vez los poderosos paguen sus trapisondas. El Recaudador Nacional recibe, de este modo, fervorosas adhesiones provenientes de todo el espectro ideológico.

El libro describe las reiteradas protestas callejeras que generan caos de tránsito. Tal vez se exceda en ello, pero logra que el lector se sienta ahí entre bocinazos, ahogo y desconcierto. Las coimas son parte de la cotidianeidad y la falta de oportunidades golpea en la propia casa de Jaritos, cuando su hija desea emigrar para alcanzar un buen empleo.

Más allá del notable manejo de la intriga, fundamental para todo buen policial, la denuncia es el alma de la obra. Es su razón de ser. Probablemente, también sea el motivo de su éxito. El clima antipolítico que respira el texto conecta con lectores de diversos países de la periferia occidental, coadyuvando a este boom de ventas.

“Este país no puede permitirse otra generación perdida”, escribe sobre el final Márkaris. Hay un deseo, sino una esperanza. Tal vez, intente aportar un granito de arena con su escritura. Se lo hace decir al Tío Lambros, un personaje menor en la trama que, sin embargo, funge de refugio moral: Un hombre de izquierda, pertinaz y honrado, que siempre ha vivido como ha pensado.

La coherencia y la honestidad, al mismo tiempo, son puntales éticos que guían al comisario en los diez libros. En este sentido, sin faros políticos a la vista, el refugio ético parece ser el camino alumbrado por Márkaris para transitar la decadencia neoliberal y no sucumbir en el intento. Es un destello. Y no es poco. Aunque no alcance.

Márkaris, junto con sus editores, ha creado una marca y le saca jugo. Escribe sobre la crisis griega y no para de vender. Sabe lo que hace y lo hace bien. Prueba de ello es que sus libros se cuelan, de boca en boca, en bares u oficinas porteñas, platenses o cordobesas, entre un comentario político, frívolo o futbolero.

En suma, estamos ante un gran escritor contemporáneo que sabe conectar método y mensaje, que es consciente que gusta y vende y que ha aprendido a moverse dentro del mercado global escribiendo un alimento en el que cree y que, además, se consume: novelas negras globales.