¿Cómo funciona nuestro cerebro?
En la Copa del Mundo de 2014 1.200 millones de personas en el mundo vieron a un hombre vestido con un exoesqueleto ser el primero a tocar la pelota del mundial. Juliano Pinto, un hombre paraplégico, vestía una estructura robótica que le permitía estar en pie. Del torso para bajo no sentía sus extremidades, pero el trabajo de investigación de Miguel Nicolelis consiguió leer el deseo motor del paciente, entrenó a Juliano para que pensara en darle a su pierna la orden de patear y aunque no sentía del pecho para abajo, el cerebro envió la orden, una interface cerebro-máquina la captó, movió el exoesqueleto, pateó la pelota y la máquina le produjo a Juliano un estímulo en una parte del cuerpo que aún sentía, para que sintiese el contacto. Lo que Nicolelis ni su equipo esperaba era que pacientes que no conseguían mover sus extremidades, recuperaran movimientos voluntarios de las piernas. Dos investigadores que trabajaban con Nicolis, crearon una empresa, que compró Elon Musk y creó Neurolink. El trabajo de Nicolelis no es invasivo, no inserta chips en humanos.
Nicolelis estudió medicina en la Universidad de San Pablo, donde también realizó su doctorado, y con el objetivo de poder estudiar el comportamiento neuronal en un número mayor de células de lo que era posible en Brasil, un profesor le dijo que el camino para eso era el aeropuerto y en 1989 se fue a los Estados Unidos, a estudiar en la Hahnemann University. Unos años después pasaría a realizar sus investigaciones en la prestigiosa universidad de Duke. En febrero de este año recibió el Premio de la Amistad del gobierno chino, “por sus contribuciones a la ciencia y a la cooperación Brasil-China”. Autor de diversos libros sobre su trabajo de investigación, en Argentina se puede conseguir El verdadero creador de todo. Cómo el cerebro humano da forma a nuestro universo, en el que se podrá encontrar en detalle el trabajo que Nicolelis realizó para conseguir anticipar un comportamiento motor, a partir de la lectura de la transmisión neuronal.
Nicolelis afirma que nuestros cerebros sufren un ataque global de un virus informacional y para conversar sobre el asunto antes quisimos que nos explique cómo es que nuestro cerebro funciona.
AGENCIA PACO URONDO: Usted consiguió prever los movimientos corporales a partir de la lectura de la transmisión neuronal. A partir de su investigación ¿Qué sabemos del funcionamiento del cerebro hoy?
MIGUEL NICOLELIS: Ese fue un trabajo que comencé cuando fui para Estados Unidos en 1989 y encontré un gran neurocientífico estadounidense, Jhon Chapin, que fue mi colega por décadas, y lo que hicimos en aquel momento fue crear tecnología que permitía, por primera vez en la historia de la nuerociencia, registrar la actividad eléctrica producida no sólo por una célula del cerebro sino de un grupo muy grande de células. Comenzamos con decenas, luego pasamos a centenas y eventualmente llegamos a miles de células, siendo registrada la actividad eléctrica de esas neuronas, que son las células principales del cerebro, y en animales despiertos: ratas, lauchas, monos, que realizaban toda suerte de tareas comportamentales, principalmente motoras.
Al final de la década de los noventa tuvimos la idea, una vez que estábamos leyendo esas tempestades eléctricas neuronales en gran escala, nunca nadie lo había visto. Fue un shock en la comunidad neurocientífica, porque vino de la nada, no vino de Harvard, vino de una universidad pequeña en la época, que era la Hahnemann University y cuando me mudé para la Universidad de Duke en 1994 continuamos los estudios e hicimos la siguiente pregunta: ¿sería posible leer esa actividad en tiempo real, de doscientas, trescientas células simultáneamente y anticipar, desde el punto de vista matemático y computacional, cuál era el movimiento que ese animal quería realizar en el futuro, en 300 milisegundos en el futuro, ⅓ de segundo en el futuro?
Eso fue en 1998, 1999, no teníamos todas las tecnologías modernas, no existía internet como la conocemos hoy, y empezamos con ratas, después pasamos para monos, tres años después con seres humanos, y demostramos que sí era posible conectar el cerebro, no sólo leer esa actividad en tiempo real y rápidamente decodificar cuál era el deseo motor, cuál era la intención motora, algo relativamente simple, pero que nunca nadie había conseguido decodificar en tiempo real, y enviar esa decisión para un objeto artificial, un brazo robótico, que los animales comenzaron a controlar usando a penas su mente, su actividad cerebral, y percibieron que podían, además de usar los brazos de ellos, incorporar ese brazo robótico como si fuese un apéndice de su cuerpo y pasar a utilizarlo. En algunas tareas sólo usaban el brazo robótico, para realizar un movimiento que era agarrar un objeto en el mundo virtual o real.
Luego percibimos que no necesitábamos un robot industrial, como fue el primer ejemplo que publicamos en 1999, después en 2000, en la revista Nature, un trabajo atrás del otro. Descubrimos que podíamos usar cualquier tipo de artefacto, incluso brazos y cuerpos virtuales. Los animales, después los seres humanos, aprendieron rápido a cómo imaginar movimientos que eran traducidos por esos brazos o cuerpos virtuales. Así fue que llamamos a esa nueva área: interface cerebro-máquina, que tiene muchas aplicaciones hoy, veinticinco años después.
AGENCIA PACO URONDO: ¿El modelo cerebro-máquina es determinista?
MN: Todos eran modelos deterministas. Usamos regresión múltiple, redes neuronales artificiales. Las personas hoy hablan mucho de machine learning, nosotros usábamos redes neuronales artificiales con una sola camada intermediaria desde los años noventa. Eran modelos deterministas que funcionaban muy bien. Publicamos una centena de papers en diferentes condiciones y los modelos eran bien genéricos, que podían usar el mismo modelo en diferentes animales. Usamos el mismo modelo desde lauchas a seres humanos.
Descubrimos que el cerebro funciona como una democracia, donde todos las neuronas votan. Algunas tienen un peso mayor que otras pero encontramos que la información motora está distribuida en múltiples áreas del lóbulo frontal y parietal, no sólo en la región motora principal, donde todo el mundo enfocaba. A partir de ahí comencé a crear una teoría de cómo el cerebro de primates y mamíferos funciona, que es muy diferente del modelo clásico especializado: una área visual, otra área motora. En realidad el córtex y el cerebro funciona como un todo y funciona en analógico, no en digital.
Independientemente de los modelos, teníamos una performance muy cercana. En los modelos tradicionales la performance era muy cercana pero las ganancias muy pequeñas, íbamos, de lo que se llama, un filtrado común para una red neuronal artificial, entonces comenzamos a mezclar los modelos, usar un híbrido para diferentes parámetros. Encontrábamos cuál era el modelo que funcionaba mejor para fuerza, versus dirección del movimiento. Teníamos veintiún modelos funcionando en paralelo para hacer al mono controlar un brazo robótico industrial con siete grados de libertad. Si ves el robot parece una película de los años setenta, pero era el robot más moderno que había.
Mostramos que los animales conseguían escalar el tiempo y el espacio, porque conseguían controlar un robot al lado de ellos y un robot en Boston. Yo estaba en Carolina del Norte pero había otro robot nuestro en Boston, en el MIT. En realidad el control del robot era un poco más rápido que el control del propio miembro biológico del animal. Escalamos el tiempo, redujimos un poco el tiempo. Hubo una ganancia en la performance tanto en términos temporales como en términos espaciales, porque el animal conseguía controlar múltiples dispositivos con la misma señal neuronal.
APU: En la Copa del Mundo de 2014, 1.200 millones de personas vieron el prototipo que usted creó para que una persona paraplégica pudiera patear la pelota.
MN: Usamos un método no invasivo, porque con registros en la superficie del cuero cabelludo conseguíamos obtener señales que indirectamente indicaban la decisión motora del paciente. Los paciente comenzaron antes de la apertura de la Copa, a entrenar una vestimenta robótica, controlada por el cerebro, que permitía que volviesen a caminar. En la presentación de la Copa, por restricciones de la FIFA, sólo tuvimos tiempo de sólo dar el punta pie inicial. El plan original era que el paciente caminase por la cancha y patease la pelota. Lo más importante es que un mes después de la Copa del Mundo comenzamos a notar que los pacientes estaban teniendo una mejoría clínica, estaban recuperando, sin usar la interface cerebro-máquina, la capacidad de contraer los músculos de las piernas voluntariamente. Tuvieron una mejoría clínica que nadie esperaba, que nunca alguien había documentado. Publicamos eso dos años después, publicamos una serie de artículos desde 2016 y en los próximos meses vamos a relatar un estudio clínico muy grande, hecho en colaboración con un grupo internacional fuera de Brasil, en Asia. No sólo reproducimos los resultados en gran escala, cuanto aumentamos el grado de recuperación clínica, porque aprendimos qué está sucediendo con el cerebro durante el entrenamiento con ese protocolo clínico.
Originalmente queríamos que las personas recuperasen la capacidad de caminar, pero estuvimos un paso adelante, que fue la recuperación funcional parcial y no fue sólo del movimiento de las piernas, también el control de le vejiga, que es fundamental en pacientes paraplégicos, porque sufren infecciones urinarias por la pérdida de la capacidad de vaciar la vejiga. Desde el punto de vista del bienestar de los pacientes fue fundamental. Después de quince años de trabajo en investigación básica, tuvimos la demostración cabal delante de 1.200 millones de personas. El mundo entero vio que el nuevo abordaje había llegado para terapias clínicas reales.
APU: Antiguamente se dividía las funciones cerebrales por regiones. Se enseñaba que una vez que un paraplégico paraba de sentir las piernas no había vuelta atrás. ¿Qué otras cosas descubrió del funcionamiento cerebral que contradicen lo que enseñaban en la facultad?
MN: Aún estamos aprendiendo cómo es que el cerebro se recuperó en esas condiciones, en ese estudio que terminamos vamos a levantar algunas hipótesis, porque por primera vez tuvimos la oportunidad de hacer estudios de imágenes del cerebro de esos pacientes a lo largo del tiempo, mientras estaban entrenando y volviendo a recuperar los movimientos. El cerebro, aún el del adulto, es dinámico, es plástico, continúa reorganizándose de acuerdo a las experiencias que tenemos en el día a día. La microestructura cerebral está en un flujo continuo, en una dinámica continua. Básicamente tenemos evidencias de cómo ese proceso se dio a nivel dentral.
Lo que descubrimos en esos pacientes, en todos los estudios que hicimos en los más de diez años de investigación, es que la médula espinal cuando tenés un trauma muy grave no siempre se lesion todas las fibras, algunas sobreviven, una fracción pequeña, en torno del 5 al 20%. Esas fibras probablemente quedan silenciosas porque la persona para de andar, queda restricta en una cama o una silla de ruedas. Lo que aprendimos es que si ponés al paciente en un protocolo en que se tiene que mover, sea cargado en un exoesqueleto controlado por la mente o un robot que anda por sí solo, esas fibras probablemente vuelven a funcionar, comienzan a transmitir actividad para abajo y para arriba. Tal vez eso contribuyó al proceso de recuperación funcional. Algunas de esas fibras se van a reconectar, van a hacer conexiones erradas, algunas no van a funcionar, pero algunas funcionan. Lo que notamos es que había un proceso central de reorganización del cerebro. Principalmente de la parte más superficial que se llama córtex. No puedo mencionar aún, porque el trabajo acaba de ser escrito y lo vamos a anunciar en el momento preciso, pero para mí fue una gran sorpresa porque la reorganización es mucho mayor de lo que imaginaba, es mucho más difusa e involucra áreas que no necesariamente la doctrina tradicional de la neurociencia cree que están involucradas en el control motor, pero esas áreas ocupan un papel importante en la recuperación de los pacientes. No sólo es una gran sorpresa clínica, como una sorpresa que valida la teoría que diez años atrás publiqué, llamada teoría del cerebro relativista. Básicamente demuestra que el córtex funciona como un todo.
Las separaciones es algo que nos gusta hacer, la mente humana tiene una necesidad muy grande de identificar objetos y buscar relaciones causales entre objetos, mientras que el universo acá afuera es una cosa sola, es una cosa continua. Nosotros, con nuestra mente, con la forma en que razonamos, intentamos extraer relaciones causales, que es la gran tarea del cerebro, porque el cerebro busca la supervivencia, optimizarla, por eso tiene que extraer relaciones causales que optimizan la vida del cristiano en un mundo en un flujo continuo. Eso no significa que el modelo de realidad que cargamos en nuestro cerebro es lo que existe acá afuera, los filósofos ya sabían de eso, los neurocientíficos tienen una gran dificultad en entender esa lógica, los físicos también, porque adoran crear partículas. Hoy estamos siendo reducidos en el gran dilema de la física de partículas y qué es una partícula. Hay gente que dice que una partícula no es más que información. Le damos el nombre de partícula porque es más fácil de entender, matemáticamente es más fácil de tratar. Cuando los neurocientíficos dividen el cerebro es porque es más fácil de hablar y conversar en términos de una área motora, una área visual, una área táctil. En la práctica, si conseguís olvidar esos prejuicios e intentás separarte de ellos lo que ves es un sistema analógico, orgánico, funcionando como un todo en múltiples escalas, tanto en escalas físicas como de tiempo, donde la operación a nivel cuántico tiene que estar en sincronía con la operación a nivel sistémico.
Eso es un fenómeno, del punto de vista matemático, no computable. No es posible reducir eso a una ecuación. Cuando tenés un fenómeno no computable no conseguís construir un algoritmo para describir o reproducir ese fenómeno. Esa es la gran pelea, entre algunos neurocientíficos, con quienes intentan reducir la mente humana a una serie de algoritmos, eso es imposible. Podés reducir algunas cosas, hay fenómenos psicológicos que se pueden reproducir, tomas de decisión, pero no todo es computable.
El cerebro es principalmente analógico, se puede usar un modelo digital para reproducir una disparada de neuronas, que es sí o no, la neurona puede o no disparar, pero el propio pulso que dispara es un pulso analógico, es un pulso eléctrico que crea un campo eléctrico. La definición de campo eléctrico es una definición de la mente humana, pero el campo eléctrico no es digital, es analógico. El cerebro, en mi opinión, integra todas sus funciones, en niveles múltiples, a través de un campo electromagnético, que para mí es lo más importante del universo, porque él está dentro de nuestra cabeza y él está en el universo manifestándose de diferentes formas. Para tener una idea: el campo magnético del cerebro humano es del orden de un picotesla, que es más o menos el campo electromagnético del Sol al nivel de Plutón, es una cosa ínfima, pero es lo que nos trajo aquí. Un picotesla creó toda la historia de la civilización humana en el planeta Tierra. El fenómeno del electromagnetismo para mí es el fenómeno más fundamental de la naturaleza. Inclusive quedé muy satisfecho de ver una teoría formulada por físicos sugiriendo que hasta la gravedad deriva de un fenómeno electromagnético a nivel cuántico, lo que dejaría Newton muy shokeado en este momento.
APU: ¿Concuerda que es una revolución epistemológica lo que propone, un cambio de paradigma?
MN: En mi último libro publicado en Argentina, “El verdadero creador de todo”, propongo que nuestra cosmologia es cerebrocéntrica, porque es el cerebro inserto en un cuerpo, no es el cerebro fuera del cuerpo, eso no funciona. Es ese cerebro que crea nuestras realidades, nos ofrece la mejor aproximación que podemos crear pero no es la misma cosa, nunca vamos a conseguir saber, en mi opinión, lo que está acá afuera. Sólo vamos a conseguir llegar en el límite que nuestra neurobiología consigue explicar.
Cuando converso con los matemáticos siempre es un problema, porque la gran mayoría de ellos son platonistas, pero yo les digo que la matemática es una creación de la mente humana, la evidencia es muy clara, hay varios neurocientíficos que estudiaron los fenómenos matemáticos y cómo la cognición crea fenómenos matemáticos y cómo otros mamíferos, ratas, monos, consiguen contar. El concepto de contar elementos existe en otros cerebros no es un privilegio humano. A veces es muy difícil decir que la matemática no cayó del cielo, como Platón creía, la matemática no existe acá afuera, es una creación humana, porque esta máquina orgánica analógica alcanzó, en su angustia de crear relaciones causales, una forma cognitiva altamente sofisticada y coherente. Como el gran Gödel decía, que es mi gran héroe, es incompleta.
A Ronald Cicurel, con quien escribimos la teoría del cerebro relativista hace diez años, le gusta decir que usamos la definición de información de Shannon porque es muy conveniente y porque fue creada para explicar la transmisión en canales ruidosos, pero él mismo decía que esa definición no se aplica para todo. Con Ronald propusimos una nueva definición de información, que llamamos información godeliana, en homenaje a Gödel, porque es analógica, no es computable, no es descripta en formas cuantitativas, ni por el lenguaje, porque el lenguaje se da muy bien con la información shannoniana, pero la información godelana es lo que creemos que es almacenado en la materia orgánica e inorgánica, puede ser proyectada en información shannoniana, que conseguimos comunicar, pero esa proyección no explica toda la variedad de la información godeliana, es apenas una proyección de un espacio multidimencional en un pedazo más reducido. Es más o menos lo que al gran filósofo Wittgenstein le gustaba decir: hay ciertas cosas que no conseguimos describir en palabras y es mejor quedarse callado, porque el silencio es más cercano que cualquier expresión verbal.
Nuestra visión cerebro-céntrica de la información godeliana es amparada por visiones filosóficas anteriores a nosotros. El propio Turing, que definió los fenómenos no computables en su máquina de Turing, en la definición clásico no se consigue prever cuando un programa de una máquina de Turing va a parar de funcionar, es la definición clásica de un fenómeno no computable. Por eso soy muy crítico de que sistemas algorítmicos digitales van a conseguir reproducir, podrán imitar, ciertos atributos de la mente humana, pero nunca van a reproducir el funcionamiento de la mente humana.
APU: Usted acostumbra decir que esparcieron un vírus de información que condiciona el comportamiento humano. Considerando que somos un ser vivo con cinco canales recibiendo todo el tiempo información, el cerebro procesa, le va a dar algún sentido, que va estar condicionado por el ordenamiento social y el sentido que esa cultura le va a dar. Pensando cómo es la estructura de un virus, cómo funciona el cerebro y la relación entre pensamiento y lenguaje ¿Cuál cree que sería el camino para combatir ese virus y si es a través de la palabra?
MN: Creo que la analogía es buena porque el virus es un paquete de información, carga una molécula de ARN o ADN cuya función es entrar en el huésped y reproducirse usando la maquinaria de producción proteica del huésped de él, fue lo que sucedió con la última pandemia. El virus es un oportunista y básicamente carga un paquete de información, por eso es una bomba informacional. Creo que Marshall McLuhan, que fue el gran teórico de los medios en los años cincuenta y sesenta, estaría de acuerdo en la definición de los medios de comunicación de masa como grandes propagadores de virus informacionales, que apelan para los arquetipos más primitivos de la mente humana, el arquetipo del héroe, el arquetipo del enemigo, que el gran Jung describió. Tengo diferencias con Jung, pero me gusta mucho la visión del inconsciente colectivo porque coincide con lo que hemos demostrado, en el sentido de que consigue mantener grupos sociales extremamente unidos, a partir de abstracciones mentales que son propagadas como virus: una visión religiosa, una visión política, una ideología, una visión económica. Son todas abstracciones creadas por la mente humana.
La creación de medios de comunicación de masas, desde el libro, desde la escritura, permitió la transmisión de ideas en gran escala. Esa transmisión hoy es casi que instantánea. El presidente de Estados Unidos hace un tweet, alcanza centenas de millones de personas en el mundo instantáneamente y consolida grupos sociales de personas que piensan los mismos delirios que él tiene. Eso sucede en el mundo entero, en Argentina, en Brasil. En ese sentido, demostramos primero en animales, después en estudios preliminares en humanos, cómo es fácil crear la sincronización eléctrica de cerebros a partir de esa infección informacional.
Hoy uno suelta información falsa, un video falso creado por inteligencia artificial, y uno lleva a millones de personas a creer que aquello sucedió. La propia definición de lo que es verdad está llegando a una gran encrucijada, porque dentro de poco no vamos a saber, a menos que seamos testigos oculares de un evento, va a ser casi imposible saber si ese evento sucedió o no. El problema es claramente identificable, sabemos cómo esas infecciones cerebrales suceden, creo que la sincronización cerebral alrededor de una abstracción genera la cohesión de grupos sociales. No es por acaso que los ejércitos tienen músicas, himnos, banderas. Todos los grupos sociales tienen formas de mantener esa sincronización. ¿Cuál es la vacuna? Es la pregunta del millón de dólares, porque aún nadie sabe. Tengo la ilusión de que una educación crítica desde el inicio de la vida, permite que uno esté vacunado contra ese tipo de virus. Lo que puedo decir es que nuestra mente, nuestro cerebro, está bajo ataque a nivel global.
APU: Ya que usó la palabra abstracción, lo quiero llevar a la cuestión de los llamados Transtornos del Espectro Autista. Siguiendo Piaget y los procesos de desarrollo cognitivo, hasta llegar en el pensamiento abstracto, lo que vemos es un desarrollo cognitivo donde la criatura no necesita imaginar porque con las pantallas la imagen viene lista, lo que termina atrofiando el pensamiento abstracto, la mente humana queda casi pegada a la imagen donde se consiguen sosteniendo cuestiones contradictorias sin problema, en la base de la emoción, siguiendo a Kohemann en “Pensar rápido, pensar despacio”.
MN: El sistema rápido está siendo potencializado de una manera dramática, donde la persona reacciona sin tener tiempo de razonar conscientemente. Tengo algunas dudas sobre el peso de ello, porque varia parte de los estudios que leí, y Kohnemann tambié dijo, era que fueron estudios hechos con alumnos universitarios y en los que el desarrollo prefrontal del cerebro aún no terminó, porque estamos hablando de algo que termina cuando tenemos treinta años, entre la tercera y la cuarta década. Tiene toda una suerte de cavidades, que como neurocientífico, después de cuarenta años viendo cómo el contexto cambia la actividad cerebral dramáticamente. Como estoy tomando contacto por primera vez con esas ideas, como la de la economía comportamental, estoy encontrando ciertos agujeros que no estoy aún encontrando respuestas.
Lo que noté y preciso profundizar más es que la cuestión del contexto no parece que algunos economistas se preocuparon mucho. Algunos dicen que estudiar un bombero teniendo que tomar una decisión en medio de un incendio es diferente de preguntar en una aula qué harías si estuvieses en un incendio. La intuición de un bombero que fue entrenado en medio de incendios es diferente de la intuición de un estudiante de ingeniería que tiene que responder qué haría en un incendio sin nunca haber visto uno. La pregunta interesante es cómo es que un bombero mira para un techo y sabe que se va a caer y que tiene que salir corriendo del lugar, cuáles son las señales que permiten que descubra eso segundos antes de que suceda. Un estudiante de ingeniería seguramente no tiene la experiencia ni la intuición de tomar esa decisión. Por eso es un poco diferente de los contextos en que fueron hechos los estudios.
Creo que el punto fundamental es que tal vez tengamos, con el advenimiento de la interface cerebro máquina y los paradigmas que nos permiten hacer esos registros de múltiples cerebros en tiempo real, encontrar un mecanismo neurofisiológica para explicar el fenómeno de masa. Es lo que estudié recientemente.
APU: En su último libro de ficción científica “Nada más será como antes”, que será publicado en Argentina, usted señala que como se creía, los ojos son una puerta de entrada a la mente. Hoy vemos que en diferentes partes del mundo ofrecen dinero a las personas por leerles la retina. ¿Qué tipo de información se puede obtener a partir de esas lecturas?
MN: Es una ventana para el sistema nervioso central. Desde los griegos se imaginaba que inspeccionando el fondo del ojo se tenía acceso al estado clínico del cerebro. No por nada se hace examen de fondo de ojo para personas que tienen hipertensión, diabetes y otras enfermedades, para ver cuál es el reflejo de esas enfermedades. Inclusive existen sistemas automáticos, que conocí en China hace dos años, donde se intenta hacer el diagnóstico preventivo de cuál es el riesgo de una persona desarrollar diabetes, hipertensión, demencia, alzheimer, a partir de la estructura del fondo de ojo, porque colectaron millones de imágenes de fondo de ojos de la población china y usa herramientas de Big Data para ver si consiguen estimar el riesgo de la persona de desarrollar una enfermedad.
APU: ¿La cámara frontal del teléfono puede ser utilizada para obtener información de quien está delante para condicionar conductas?
MN: La información facial, sin dudas, ya es hecho. El fondo de ojos no sé, puede ser que exista. Sé que existen empresas, inclusive en Brasil, que fue paralizada esa colecta de información, por empresas privadas que no declararon para qué servirían los datos. Hay un montón de aplicaciones, inclusive para criptología, crear formas de reconocimiento individual no reproducible, porque el fondo de ojos da como una impresión digital del individuo, esa es la tesis por detrás de eso.