Mano de obra femenina en el medio rural

Mano de obra femenina en el medio rural

29 Octubre 2014

Por Elena Mingo (Docente e investigadora CEIL-CONICET)

Tanto los discursos como las prácticas a través de las cuales se han normativizado los roles de mujeres y varones, estructuran el sistema de representaciones que da sentido a las formas de organizar y asignar funciones productivas y reproductivas adecuadas a cada sexo.

Desde las perspectivas feministas se aportaron nuevos interrogantes en el análisis de la participación de las mujeres,  destacándose la segmentación ocupacional por sexo y una multiplicidad de formas de precarización del empleo entre las que sobresale la subvaloración del trabajo femenino.

Las características de la inserción laboral de las mujeres se hacen visibles analizándolas desde la perspectiva de la división sexual del trabajo. Este enfoque permite observar el peso de los roles sociales vinculados a los sexos en los mercados de trabajo.  En este sentido, la fuerte asociación de lo femenino con la exclusividad en las responsabilidades por la maternidad y las tareas de cuidado confiere particularidades en las trayectorias laborales, a la vez que conforma estereotipos de trabajo remunerado femenino adaptables a empleos temporarios de baja remuneración y calificación.

El reconocimiento de las calificaciones de la fuerza de trabajo femenina, en particular la no profesional, constituye una de las dimensiones de análisis donde los enfoques de género y las perspectivas feministas aportaron claves fundamentales para comprender el lugar de las mujeres en los mercados de trabajo.  En este sentido, se ha señalado que la naturalización de determinadas habilidades atribuidas a lo femenino determinan el tipo de puestos de trabajo que serán ocupados por las mujeres.

El medio rural no es ajeno a los mecanismos de invisibilización de los aportes que hacen las mujeres a la producción, ya sea desde su participación en las explotaciones familiares o bien como asalariadas en el sector agrario. Es frecuente encontrar representaciones del rol de las mujeres relacionadas  con una  “reserva de valor cultural” que,  a través de un “saber hacer doméstico” que es propio del “campo”, transfiere a la sociedad una imagen de tradicionalidad cuya reserva es el trabajo de las mujeres.

Ahora, ¿Cuál es el trabajo que hacen las mujeres en el campo argentino? Arce y Patiño (2008) muestran la forma en que la organización social y familiar propia de las configuraciones productivas de la región pampeana dominaron las imágenes con las que las que se construiría una idea predominante acerca de los roles femeninos en el medio rural.  Las imágenes que devuelven estas construcciones, ubican a las mujeres dedicadas a las tareas doméstico- reproductivas y, en los casos donde existe, encargadas de la producción orientada hacia el autoconsumo, como cuidado de ganado menor en la producción de granja y la producción hortícola.  En lo que respecta a la actividad productivo- económica de las explotaciones, suele describirse una participación de las mujeres (generalmente ubicadas en la posición esposa e hijas del productor jefe de familia) que representa una “ayuda excepcional” ante la falta de mano de obra asalariada o bien reemplazada a medida que se mecaniza producción.

Fuera de la región pampeana, se replican estas imágenes sobre las que se organiza la división sexual del trabajo. El trabajo asalariado de las mujeres frecuentemente es considerado una ayuda familiar, mientras que la responsabilidad principal de las mujeres continúan siendo las tareas reproductivas.

Teniendo en cuenta que los salarios promedio para el sector no permiten pagar por servicios domésticos y de cuidado, el rol de las mujeres en la reproducción es fundamental.  Ejemplo de ello son las representaciones de los empleadores del sector,  donde se observa la forma en que la división sexual del trabajo reproductivo tiene su correlato en el trabajo asalariado. En esta línea,  la asignación de los puestos de trabajo de mayor temporalidad y en tareas manuales, donde no se reconocen las calificaciones adquiridas,  se vinculan con una supuesta necesidad de las mujeres de trabajar por periodos acotados para poder dedicarse a las tareas reproductivas. En tanto, la sobrerrepresentación en tareas manuales se justifica en una supuesta habilidad natural para estos menesteres.

Mientras que para los varones la inserción en el trabajo agrícola se piensa como un oficio, en el caso de las mujeres la experiencia y las destrezas necesarias para ocupar los puestos de trabajo son adquiridas fuera del ámbito laboral. Los años transcurridos en los puestos de trabajo conforman una trayectoria de aprendizaje del oficio en el caso de los varones. Mientras tanto, las mujeres solo reproducen saberes propios del trabajo domestico que se adaptan a las necesidades de aquellos puestos de trabajo feminizados.

Comprender las trayectorias laborales de las mujeres en producciones intensivas implica ampliar la categoría de trabajo que utilizamos para su análisis. En este sentido, no solo se trata de analizar el trabajo doméstico y asalariado sino también considerar las tareas de articulación entre ambas esferas. Una mirada más compleja sobre el trabajo femenino permite comprender la forma en que el mercado de trabajo reinterpreta una división del trabajo, establecida para el ámbito reproductivo, que permite incorporar mecanismos de flexibilización, precarización y desvalorización del trabajo que se profundizan en el caso de las trabajadoras mujeres.

En tanto, el aumento de la demanda de mano de obra femenina en el trabajo agrícola que se verifica en las últimas décadas, producto de algunas modificaciones productivas, no ha logrado visibilizar la experiencia y trayectoria de femenina entre la fuerza de trabajo del sector.