Vienen en cajitas de 25

Vienen en cajitas de 25

29 Diciembre 2016

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MrPistolero1968 se muestra en su canal de Youtube. En un galpón lleno de cubiertas, se apresta a disparar cartuchos 12/70 "a 15 metros", como dice el título del video. Mira a cámara y dice: "Este es un viejo sueño que siempre quise cumplir", mientras procede a apuntarle a su compañero. "Antimotín", aclara, sobre el tipo de munición. Dispara. El sargento que hizo las veces de blanco se toca apenas el gemelo, el tirador se ríe. No le pasó nada. Su experimento confirma lo que escribió en la descripción del video: "La caja advierte acerca de la posible mortalidad disparados a 10 metros de distancia. Mmmmm... difícil que el chancho chifle...".

Las mujeres que marcharon en octubre en el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario las conocen. Circularon ampliamente las fotos de compañeras y compañeros con sus marcas en el cuerpo, a veces en la cara. Las manifestantes juntaban después los restos de la represión: pedazos de plástico verde con el logo de Fabricaciones Militares estampado. Las fotografías de ese día remiten a los de la salvaje represión en el Borda, o a los diez balazos de goma en la espalda del trabajador de Cresta Roja.

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El Secretario del gremio cuenta que él puede haber sido un buen delegado, responsable, combativo. Pero que las mejoras del poder adquisitivo de los trabajadores y el crecimiento de su sindicato no se consiguieron sólo por eso. Hubo un Estado que se plantaba consistemente a favor de los trabajadores. "Así fuimos creciendo durante doce años. Y cuando había que parar una fábrica o cortar la calle, en el Ministerio de Trabajo nos decían que estemos tranquilos, que no nos iban a mandar a la policía", recuerda.

En el Ministerio ya no los reciben. Si la nueva gestión los llega a ver con el funcionario de siempre se rompe la buena, precaria y previa relación existente. “Pensar que era un compañero, militamos la última campaña juntos”. Los trabajadores ahora son parias.

Cuando tienen despidos, los trabajadores van al Ministerio de Trabajo. Como otras veces, dictan la conciliación obligatoria y el Secretario se alegra:
- Buenísimo, los obreros pueden volver a trabajar.
- No, es conciliación obligatoria pero con los trabajadores en la calle.
- Pero entonces no podemos acatar la conciliación, ¡tenemos que cortar la calle, tomar la planta, algo!
- Miren que les van a pegar.

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Los testimonios a lo largo y ancho del país coinciden. Los policías detienen y, al ser cuestionados, sentencian que ahora "mandan ellos". Las denuncias de violencia institucional se multiplican. Un compañero arma una nota recopilando los casos y otro le cuestiona la jerarquización que realizó. "Perdón, todos los días llegan casos nuevos y es imposible tenerlo ordenado". Se agrega una novedad para los de nuestra generación, la que se acercó a la política después del turbulento 2010: ahora caen detenidas personas que uno conoce. A ese lo detuvieron por escrachar al presidente, a ese por hacer una pintada en una plaza, a ese por tomar cerveza en una plaza a la madrugada.

Se terminaron los tiempos de marchar a la Plaza en ojotas. Empezaron las precauciones, las preguntas a los militantes que vivieron '70s o 2001. Saber si hay un abogado a mano. Y las particularidades del siglo XXI: empezar una conversación en whatsapp y recibir un "mejor pasemos a Telegram".

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Según la CAME, hasta agosto habían cerrado 6.300 comercios, con un estimado de 35 mil millones de pesos de caída en las ventas. En Buenos Aires, la actividad comercial de octubre cerró con un descenso del 7,2%. La industria en su conjunto, hasta noviembre, acumula una caída de 5,2% según FIEL. La tasa de desempleo, de acuerdo con el INDEC, ya está al borde del 10%, superándolo en el Gran Rosario, Gran Córdoba, Mar del Plata y algunas áreas del conurbano bonaerense.

Es necesario contextualizar estos datos: lo que nosotros sentimos como un ajuste brutal, en el mundo liberal se llama gradualismo. Este ajuste no es suficiente, ni de cerca. El gobierno intenta seducir a los inversores, y los inversores se quejan de la fortaleza de los sindicatos argentinos y la rigidez de nuestras normas laborales. Ahí es cuando entra el presidente a plantear la discusión de los convenios de trabajo, y medios como Clarín y La Nación que ponderan los beneficios de la flexibilización laboral. Para los liberales Prat Gay, el ministro de Hacienda saliente, era un gradualista. Dujovne, su reemplazo, era columnista de La Nación. Hace un mes, explicaba que la economía macrista no arrancaba, entre otras razones, por las “regulaciones laborales inviables”.

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La policía aplica el protocolo antipiquetes e impide el corte de calle afuera de la fábrica. "¿Cómo no voy a poder prender fuego unas gomas? ¡somos un sindicato, tenemos despedidos!", grita enojado el Secretario. La cantidad de efectivos lo vuelve imposible. Se activa el plan B: los trabajadores arman una parrilla y se ponen a hacer unos choris.

Pero nada está librado al azar. Los policías ven la parilla y se distienden. Apenas distinguen la oportunidad, los trabajadores agarran las brasas y prenden fuego las cubiertas. La avivada da vuelta la situación: el corte de calle está en marcha. La policía se enfurece y empieza a verduguear, con el jefe del operativo a la cabeza: "los vamos a cagar a tiros". El Secretario del gremio se para frente a la línea de policías. Sabe que no puede correrse, que los despedidos están y se van a seguir sumando, que la rama de su industria no para de caer desde el 10 de diciembre de 2015: "Y dale, ¡si van a tirar, tiren!"

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En febrero y marzo, gobierno e inversores esperarán otra caída del poder adquisitivo. La competitividad mentada requiere sueldos más bajos: unas paritarias a pérdida por segundo año consecutivo. El pueblo que tiene cinturón se lo debe seguir ajustando. El que no lo tiene, también. Es difícil imaginar trabajadores alegres a esa altura de los acontecimientos. En ese escenario, las fuerzas del orden deben estar preparadas. El gobierno nacional plantea como ejes el orden y la eficiencia, y la policía y gendarmería tienen que seguir la misma línea.

Si encienden las máquinas de Fabricaciones Militares hoy, pueden llegar al 1 de marzo con 990.000 municiones anti tumulto fabricadas, un número más que suficiente para cualquier suma de eventualidades. Las postas de goma de los cartuchos se endurecen con el tiempo y vuelven más letales a las anti tumulto. Teniendo esto en cuenta, esperemos que las municiones sean de la última tanda y lleguen frescas de la fábrica santafesina de Fray Luis Beltrán. En nombre de la eficiencia y el diálogo, las fuerzas podrían ir hablando con los sindicatos y organizaciones. Pedirles los logos en alta calidad. Algunos verdes, otros celestes, azules, muchos con engranajes, varios con la cara de Evita. Una vez organizado esto, que piensen en estampar los distintivos de los sujetos a reprimir en las cajitas de las balas. No puede volver a pasar lo del Borda o el Encuentro de Mujeres. Tienen que ser prolijos y evitar el derroche de recursos del Estado.

Los cartuchos antitumulto vienen en cajitas de 25. Tienen el objetivo de disuadir grupos de personas en espacios abiertos disparando a una distancia mínima de 10 metros y al suelo. No se debe disparar en forma directa.

RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).