Recuperar la política

Recuperar la política

21 Marzo 2016

Existe actualmente un imaginario donde sobrevuela la casi certeza que entre el denominado apagón informático, la saturación de mensajes cruzados y las omisiones de la parafernalia mediática no se permite conocer la (otra) realidad. Esta situación acompaña una presunción: si la mayoría de la población pudiera conocer esa “realidad”, la situación cambiaría o el gobierno no podría avanzar mucho en políticas tan recesivas y conservadoras.

Pero, ¿Qué sucedería si la mayoría está de acuerdo con esas políticas? ¿O si conocen lo que está pasando y se muestran indiferentes? ¿No será que nos cuesta entender por qué para nosotros hay cosas que son un límite de vida y no lo es para una parte de la población que -además- no es necesariamente de derecha? He aquí un problema más complejo, una necesaria búsqueda de otras respuestas y -entonces- también un encuentro con la política.

Cuando se habla de intervención política no estamos pergeñando un plan preestablecido o cronograma a seguir. Casi más viejo que el agujero del mate, la acción política es -entre otras cosas- convencer a los diferentes que nuestras ideas son justas y necesarias en la sociedad donde convivimos. Y además abrirnos a poder sumar otras ideas porque no poseemos todas las respuestas, tener prácticas que nos permitan entender a los que piensan diferente y ensayar opciones para dialogar y entablar intercambios. Para esto es necesario recordar que no vamos a convencer a nadie si empezamos agrediendo a quien está en posiciones políticas diferentes.

Volver a la política es entender que esta actividad no se define solamente en la vida institucional o documentos de coyuntura; se realiza también interviniendo en las subjetividades. Los días que transcurrieron entre la primera vuelta y el ballotage demostraron la potencia de una gran interpelación política de muchos y muchas que preocupados o exigidos por las circunstancias salieron al espacio público de diversos modos. El resultado electoral no puede impugnar el acierto de esa estrategia.

La batalla cultural tanta veces declamada, probablemente se defina más en lo realizado esos días, en prácticas cotidianas de correrse de las operaciones mediáticas (que van a intentar seguir agobiando), dejando de esperar de las empresas de comunicación lo que no va a suceder y confiando en los comunicadores y comunicadoras de medios comunitarios y alternativos de nuestro país.

Porque a esta altura de las circunstancias, también se impone abandonar rápidamente el reclamo a los “medios” por lo que ocultan o distraen. Si algo aprendimos en estos años es su ADN constitutivo en este momento histórico que atravesamos. Entonces, ¿Por qué seguir reclamando una suerte de honestidad inexistente? ¿Qué mecanismo opera en ese inmenso nosotros que en el preciso instante que entendemos el rol perverso de las grandes empresas de comunicación, le reclamamos que informen o muestren lo que ocultan?

La batalla cultural también es lograr altos niveles de paciencia para no desbordarse y confiar en nuestras armas, que en definitiva son las ideas y mucho de lo realizado en estos años. Y así, poder salir a interpelar, dialogar y conocer al otro para tratar de cambiar subjetividades. Esta tarea decisiva no tiene un punto de llegada y no se define en una elección. Hace unos años, un presidente popular y progresista de nuestro continente repetía que es más fácil ganar una elección que cambiar las formas de pensar de una población; porque claramente las elecciones se ganan con votos, pero las sociedades cambian porque transformamos modos de pensar.

Sin falsa voluntad ni optimismo bobo, la tormenta va a pasar y nos podremos dar cuenta que tenemos mucha más organización popular que años atrás, que cambiamos subjetividades, que estamos en condiciones de reconocer la vida que habitamos y transitamos para seguir interviniendo en nuestra compleja realidad y reencontrarnos con lo esencial de la acción política…

RELAMPAGOS. Ensayos crónicos para un instante de peligro. Selección y producción de textos Negra Mala Testa y La bola sin Manija. Para la APU. Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs)