“El establishment argentino quiere disciplina, que el pueblo no proteste”

“El establishment argentino quiere disciplina, que el pueblo no proteste”

01 Junio 2015

Por Enrique de la Calle

APU: En las últimas semanas, el Frente Renovador ingresó en una crisis que parece muy grave. ¿Es el final del massismo?

Manolo Barge: No es tan así. Al cerrar con De la Sota los renovadores le están comiendo espacios a Mauricio Macri en la región Centro: Santa Fe y Córdoba. Una encuesta reciente decía que el 80% de los votantes de Miguel Del Sel podría votar a De la Sota. ¿Le alcanza eso al Frente Renovador para ganarle al oficialismo? No, pero si para avanzar sobre el macrismo.

APU: Massa sumó electorado y estructura de la región centro al aliarse con De la Sota. Sin embargo, en el último tiempo está perdiendo partes de su estructura original, en la provincia de Buenos Aires.

MB: Se partió de dos errores fundamentales. En primer lugar, se creyó que el peronismo iba a ir a buscar a Macri. No sucedió. Después se dijo que iba a haber una lluvia de garrochas, que tampoco pasó. ¿Cuál es el principal problema de los renovadores? La construcción que ofrecía era retroceder dos casilleros en relación a los espacios políticos. Es decir: cómo hacés para discutir políticamente sin convertirte en un adversario o en un opositor. Necesitás un espacio neutral desde el cual disentir a las decisiones, pero sin romper. Massa se comió la galletita de que los partidos políticos no existían más. Dos años después, nos encontramos que Macri tiene que recurrir al centenario UCR y Massa se quedó sin disputar el PJ (aunque su tropa sí lo hizo). Muchos compañeros le dijeron: “necesitamos espacio de discusión política, si no volvemos a 2001, 2002”. Por eso muchos muchachos optaron por el PJ.

APU: ¿Cree posible un acuerdo entre Macri y Massa?

MB: No, porque Macri sabe que la pierde. Mucha gente participaría en esa interna para votar contra Macri. El voto, en lo esencial, es un voto negativo: lo que se llama el ostracismo de los atenienses. Es un voto contra alguien. En Atenas existía el ostracismo: la gente votaba a quién quería que se fuera. Era un voto no positivo. Toda mayoría arranca desde el rechazo. Un político en serio tiene que articular esa mayoría circunstancial y negativa. El problema del no peronismo es ese: tal vez ganan una elección, pero no pueden articular políticamente ese rechazo. No construyen nada. Por eso el voto peronista reúne al 60% o más del electorado nacional. Desde 2003 al 2011, los Rodríguez Saá organizaron al peronismo federal o no kirchnerista, algo así como un 8% del electorado. Que yo sepa, ni Néstor ni Cristina mandaron a intervenir San Luis ni nada parecido. Porque los Rodríguez Saá fueron funcionales al kirchnerismo, porque no dejaron que la oposición se quedara con ese electorado.

APU: Charlamos informalmente hace unas semanas. ¿Sigue pensando que el panorama electoral se presenta en forma de una disputa muy cerrada entre Massa y el Frente para la Victoria?

MB: Si hay un ballotage, tiene más chances de llegar Massa que Macri, por el peso que tiene la provincia de Buenos Aires. Además, hay un tema sobre el que los compañeros se hacen los distraídos que es que Scioli no hizo una administración muy buena en la provincia. Y en esto también tiene responsabilidad Casa Rosada. Cuando Randazzo critica, no está hablando para la interna del FpV. Apunta a sacarle votos a Massa. Los dos millones que perdimos en la provincia de Buenos Aires, de 2011 a 2013, que se fueron con Massa, son mayoritariamente votos anti-Scioli. Ese es el principal problema de Scioli en la provincia de Buenos Aires.

APU: ¿Por qué, entonces, muchos de los intendentes bonaerenses que vuelven al FpV apoyan a Scioli?

MB: Vuelven al Frente para la Victoria. Se sacan fotos con Aníbal, con De Vido, con Wado de Pedro, y también con Scioli. Todos cierran con todos. Eso es lo que se ve hasta ahora. Igualmente, creo que 2017 va a ser un gobierno de transición, no por el dirigente que gane, sino porque está cambiando la estructura político y social.

APU: ¿De qué manera cambia?

MB: Vos antes tenías a los tipos que hacían política en Capital Federal, que armaban las boletas, por rosca y negociaciones. Después se votaba la lista completa. Ahora si vos no tenés en el territorio una estructura armada, no sos nadie. Aunque pierdas. Podés tener 15 o 20% de votos y esto te puede servir para dentro de dos o cuatro años. No existe la batalla final, como piensa Carrió. Esto es un juego que se renueva cada dos años: si vos te equivocás, la gente te castiga. Pero tenés otra chance dentro de dos años. Hoy el poder está repartido en todo el territorio nacional.

APU: ¿Cuándo tiene lugar ese cambio en las relaciones de poder?

MB: Viene desde 1983 pero se produce un cambio muy fuerte en 2001. No nos olvidemos que en 2001 el Estado colapsó. Fui a la asunción de Duhalde en 2002 y no se podía sacar a la policía a la calle. Los que hicieron los cordones ese día fueron los propios militantes del peronismo de la provincia de Buenos Aires. La policía no podía aparecer en la calle. Se pasó del orden público al orden político negociado. Ahora no podés mandar a un comisario a que negocie con el que corta la calle: tenés que mandar a un referente político. Qué es lo que pasa en España con la ley Mordaza: si vos allá filmás a un policía vas preso. Está vigente la noción de orden público. El establishment en Argentina quiere disciplina, que la negrada sepa cuál es su lugar.

APU: ¿Por eso apostaron directamente a Macri y desfinanciaron a Massa, cosa que no había ocurrido en 2013?

MB: El establishment quiere restablecer el orden. Necesita atemorizar. El temor que ahora tiene el establishment, que lo tenga el pueblo. Que no haga protestas, que se quede en el molde. Los españoles están histéricos con el tema de las protestas. Jorge Asís escribió sobre “la nación desacatada”. ¿Quién es el desacatado? Es alguien que está ante un superior y se le para de mano. Además se está ampliando mucho la base de sustentación. Ya no hablamos de 1 presidente, 24 gobernadores y los legisladores nacionales. Estamos hablando de 200 tipos en todo el país, que tienen detrás 40, 60 o 100 mil tipos que los votaron. Ese tipo se para frente a un Rocca o un Magnetto y le dice: “vos serás fulano de tal, pero a mi respaldan estos 50 mil tipos que me votaron y a los que tengo que responder”.

APU: Un ejemplo para entender esos cambios puede ser el de Jorge Capitanich, que baja a Resistencia y se postula como candidato a intendente después de ser Gobernador provincial.

MB: Son 200 mil personas. Es una pila de gente a la que vos tenés que resolverle sus problemas todos los días.

APU: ¿Ve a la dirigencia política argentina -peronista y no peronista- consciente de esos cambios?

MB: Sí, absolutamente. Tanto en el peronismo como el radicalismo. Mirá: hoy en la UCR es más importante el secretario de un comité que un intelectual orgánico del radicalismo. La desesperación del macrismo por acordar con la UCR sacó a la luz la existencia de la estructura territorial del radicalismo. Que no es solamente repartir las boletas y contar los votos. Una organización implica una fuerte vinculación entre los de arriba y los de abajo. Si vos pensás que está todo bien y después te va mal en las elecciones es porque no escuchaste a los de abajo, que te debieron informar sobre cuáles eran los problemas.

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