O Globo, también “aterrorizada” por Guillermo Moreno

O Globo, también “aterrorizada” por Guillermo Moreno

07 Febrero 2012

Desde principios de década, es moneda corriente la hermandad de los pueblos latinoamericanos expresada en iniciativas conjuntas para el desarrollo de la región como la UNASUR y la CELAC, o los gestos de prohibición de ingreso de buques con bandera de “Falkland” en puertos del  MERCOSUR.

Sin embargo no sólo se hermanan los pueblos. A contrapelo de los pueblos y gobiernos democráticos, los medios concentrados de comunicación también tienen una estrategia conjunta. Al entrar en el contenido de la sección, se puede encontrar un editorial del 21/01/2012 titulado “Argentina Escoge el Bloque Errado”. Dice, en portugués: “La libertad de expresión en la Argentina está, indirectamente, en la manos de Guillermo Moreno, un funcionario público como mínimo polémico que formula y ejecuta políticas kirchneristas con un arma al alcance de la mano, literalmente”.

¿Qué es la libertad de expresión para O Globo? ¿Cómo es que el Secretario de Comercio afecta a la libertad de expresión, si su esfera de acción está lejos de las políticas de comunicación? ¿Cómo decide el diario paulista que Guillermo Moreno es un funcionario polémico? ¿A qué se refiere O Globo con políticas kirchneristas? ¿El arma al alcance de la mano serán los guantes de box o hablará de la leyenda urbana del .38 con que el “polémico funcionario” recibe a los formadores de precios?

Resulta que en el siguiente párrafo el editorial entiende que la libertad de expresión es la libertad de Clarín y la Nación, a los que se otorga el título de prensa “independiente”. Dice O Globo que “los medios de comunicación tienen la misión clásica de fiscalizar el trabajo de las autoridades en nombre de los electores que las escogieron y de los contribuyentes que les pagan”. Suena raro, porque ese es supuestamente el trabajo de la justicia y en última instancia del pueblo vía referéndum. Decide O Globo, en un golpe de pluma, que los medios de comunicación concentrados son más representativos que un gobierno elegido por el 54% de los electores.

Continúa la editorial asegurando que Moreno viene a controlar los medios de comunicación indirectamente a partir de la nueva ley de producción de papel. Como esta establece cuotas de importación (según el diario “algo que remite al primer peronismo”), el “funcionario armado” tendría el poder de desabastecer a esos medios. Sin empacho, detalla en la nota la distribución accionaria de la empresa mixta Papel Prensa, sin cuestionar el carácter monopolista que redunda en que Clarín y La Nación impongan precios del papel al resto de los medios gráficos más pequeños. Resulta aterrador para el monopolio brasilero que pudieran aplicarse multas a sus hermanos latinoamericanos si estos no cumplen la ley.

Un párrafo posterior: “Es lamentable que Argentina se junte con otros países sudamericanos -Venezuela, Ecuador y Bolivia- los llamados bolivarianos y chavistas, en esa ofensiva contra la libertad de opinión y de expresión, los dos pilares centrales de la democracia. La región tuvo años amargos de plomo con las dictaduras militares y tiene hoy, en esos países, una infeliz recaída en el autoritarismo de aquellos tiempos, esta vez por vía del populismo.”

O Globo no tiene en cuenta la UNASUR, el MERCOSUR ni el CELAC, en que los países “bolivarianos y chavistas” comparten con Brasil, Chile, Uruguay, todo Centroamérica, habiéndose impuesto sobre el ALCA de EEUU. En cambio, construye dos bloques montados sobre la idea de la libertad de expresión que como recuerda Jauretche, se trata de la libertad de empresa (nunca de la libre competencia, sino la libertad de monopolizar la palabra y obtener ingentes ganancias). La apoteosis del cinismo llega cuando se emparenta la voluntad popular con el autoritarismo de la dictadura militar, más tratándose de la voluntad del pueblo argentino que está haciendo justicia de forma ejemplar respecto de los sucesos de la última dictadura militar.

Finaliza la nota festejando que Brasil detuvo el avance de la “Ley de Control Social de Medios” “por consenso político-institucional”, en un giro lingüístico que deja a las claras que para ellos el consenso no es cosa de Pueblos.