Elecciones en Río Negro: el ocaso de un régimen clientelar

Elecciones en Río Negro: el ocaso de un régimen clientelar

27 Septiembre 2011
 
En Télam I Seguramente confluyen muchas causas al momento de explicar el triunfo contundente del Frente para la Victoria en Río Negro el último domingo, sobre un radicalismo que venía gobernando ininterrumpidamente desde 1983.

Aunque no parece posible poder medir el grado de influencia de cada una de las variables sobre el resultado final, sí se puede hacer una análisis cualitativo de los procesos sociales y políticos que fueron precediendo lo que finalmente sucedió en las urnas.

Profundizando en las estrategias del radicalismo gobernante, sobresale fuertemente la utilización de los recursos del Estado con fines electoralistas los meses previos a la elección.

Parecería que el oficialismo en Río Negro descubrió que la receta para permanecer en el poder pasaba por "hacer la plancha" tres años y medio manteniendo el pago de sueldos de los empleados estatales, para luego desplegar todo un cotillón de recursos en los seis meses anteriores a la elección a gobernador.

Cualquier indicio que alertara que este régimen pudiera estar perdiendo capital político- inclusive las derrotas en las llamadas elecciones legislativas o de "medio camino"- se interpretaba como una señal de que había que poner más dinero en tal o cual zona, en la campaña electoral siguiente que definiere la gobernación.

En el 2011 esa "inyección de recursos" comenzó a principios de año con la propia interna radical para imponer a Barbeito de candidato -con un ejército de punteros contratados por el área de Educación-, y se extendió hasta el pasado sábado a la tarde, incluyendo becas, subsidios, bolsas de comida, materiales de construcción, promesas de trabajo, y hasta dinero en efectivo por voto "acarreado".

A esta metodología se le sumó una buena dosis de extorsiones y predicciones apocalípticas sobre las consecuencias negativas que vendrían por no votar al candidato oficial. La pérdida del trabajo, la baja del plan social y el corte de algún otro beneficio recibido o prometido, fueron las amenazas más frecuentes.

Paradójicamente, estos mecanismos perversos se centraron en los sectores populares, los cuales son los que más necesitan que el gobierno funcione bien y le garantice el acceso a derechos esenciales como son la salud, la educación, el acceso a la tierra y la vivienda, entre otros.

Sin embargo, esa receta que tantas veces había funcionado, esta vez fracasó rotundamente, incluso en las regiones donde más recursos se invirtieron para generar la "compra de votos".

Todos conocían antes de la elección la tendencia positiva del FPV en la zona del Alto Valle de Río Negro, fundamentada en las gestiones impecables como intendentes del candidato a gobernador Carlos Soria y su compañero de fórmula Alberto Weretilneck, en las ciudades de General Roca y de Cipolletti, respectivamente.

También se estimaba que Viedma, la capital provincial, era territorio del oficialismo por la dependencia directa o indirecta de muchos de sus habitantes del gobierno instalado desde hace 28 años.

Por eso fue Bariloche, la ciudad con el mayor electorado de la provincia y con una conducta en las urnas siempre imprevisible, la plaza elegida para el despliegue de los mecanismos que sostienen el "régimen clientelar".

Nunca se vio tanto movimiento de gente y tanto reparto de recursos de todo tipo en los barrios de esta ciudad andina, recientemente castigada por la erupción del volcán del Cordón Caulle-Puyehue.

Pero semejante inversión de recursos del Estado para fines electoralistas fue esta vez inversamente proporcional a lo cosechado en las urnas.

Fue paliza del Frente para la Victoria en Bariloche, una elección sorprendentemente pareja en Viedma y con los resultados esperados en la región del Alto Valle.

Tal vez la política de promoción de derechos impulsada desde el gobierno nacional, donde ejemplos como la Asignación Universal y las Jubilaciones y Pensiones para todos -por citar algunos- fueron uno de los motivos que crearon mayores niveles de libertad y de conciencia en los rionegrinos para votar con dignidad y no dejarse manipular por una dádiva o una prédica extorsiva.

Tal vez la incansable lucha del senador Miguel Pichetto, gestionando para todo Río Negro, defendiendo el modelo nacional, y construyendo con Carlos Soria la unidad necesaria para llegar a esta elección en condiciones políticas inmejorables para ganar.

Tal vez el hastío de la gente, al ver un país que crece, provincias vecinas que se desarrollan, en contraste con nuestra provincia, potencialmente la más rica del país, pero actualmente estancada y plagada de hechos de corrupción.

Pueden ser muchos "talveces", pero lo real y concreto es que algo nuevo y distinto se disparó colectivamente en esta elección en Río Negro, y queda en manos del gobierno que se viene cristalizar las esperanzas de todo un pueblo que el domingo por fin dijo ¡basta!.