Catanzaro: “La Carrera de Ciencia Política tiene que democratizar su vida interna"

Catanzaro: “La Carrera de Ciencia Política tiene que democratizar su vida interna"

21 Septiembre 2011

“Es difícil hablar después de todos mis profesores. Creo que esta dificultad, que es hablar después de todos mis profesores, expresa la dificultad de este momento que es una chance. Federico (Schuster) hablaba recién de una oportunidad que nos abre este momento y de una responsabilidad. Yo pensaba –perdón, pero es una desviación profesional–, pensaba que Benjamin tiene dos términos para decir esto que es una chance y una tarea. Hay una chance que se abre en un momento, es una oportunidad. Hay que leerla. Si esa oportunidad se lee, no es que alguien tenga garantizado nada con esa lectura. Lo que se impone en ese momento es una tarea. En el momento en que la chance puede ser leída, puede ser interpretada, lo que se abre es un camino de prácticas que tiene que poder imaginarse cómo pueden llegar a ser. Yo creo que esta unidad de la que hablaba Edgardo Mocca es una tarea. O sea, ha sido una chance que supimos leer y me parece fantástico que estemos a la altura de lo que ahora se abre como tarea.

Dentro de lo que se abre como tarea, Horacio (González) usó 10 palabras: tabiques, paredes, mamparas, segmentaciones del lenguaje, alambiques ¿no? Yo vine diciendo que mi percepción de la carrera es que la carrera efectivamente está alambicada al interior y siberianizada al exterior. En relación a la facultad también, en relación a la universidad y en relación a la sociedad. Ahora, estas dos segmentaciones, estas dos formas del alambicamiento no creo que sean independientes entre sí. Creo que mientras no se democratice la vida interna de la carrera, va a ser poco lo que ya pueda aportar a la sociedad, que en mis términos, en los que traté de poner recién, va a ser poco lo que sea capaz de asumir esta tarea, esta responsabilidad que tiene para consigo misma y para con el momento político que vive en país.

Me acordaba de una frase de mi amiga María Pía (López), que está por ahí. Esta tarea que hay que asumir en relación a una transformación interna y en relación a lo que inmediatamente se entiende como el compromiso político y social de la carrera y de la universidad, no son dos cuestiones que se puedan establecer desde ningún purismo: ni desde un purismo del conocimiento, ni desde un purismo de la política. Pero sobre todo me parece que no son cuestiones que se puedan superar sus limitaciones desde una oposición entre conocimiento y política. La frase de Pía era la siguiente: “No se puede estar cómodo en la lengua”. Y a mí me parece que esto aplica, los alambicamientos no están dados sólo en el campo académico. No son sólo las carreras las que están alambicadas; ciertas tradiciones de pensamiento, las orientaciones las que están alambicadas.

Son muchas veces los lenguajes políticos los que están alambicados. O sea, nuestras prácticas políticas muchas veces están alambicadas por lenguas que les sirven como garantías en lugar de como tareas, chances, oportunidades que hay que reinventar. Entonces, en esto es donde Horacio decía: “A veces se parecen las militancias a los alambicamientos del conocimiento”. Creo que ciertamente se parecen. Creo que empezar a transformar el modo en el que hacemos política es absolutamente necesario para transformar también el modo en que producimos conocimiento y los lenguajes en los que hablamos nuestras tradiciones intelectuales. Y que ambos aspectos son parte del desafío que tenemos hoy.

Tal vez con la construcción de una unidad estamos asumiendo el desafío de sostener un espacio de tensiones y sostenerlo como un espacio de tensiones. Sostenerlo como un espacio de tensiones va a hacer que, en lugar de buscar purismos, por ejemplo, va a ser un modo de tratar a la lengua como algo que permanentemente no está a nuestra disposición. Son lenguajes que no nos dan garantías. Son lenguajes que en lugar de ofrecérsenos como lugares de identificaciones inmediatas se nos proponen como problema. O sea, los que estamos reunidos acá, los que nos reunimos ayer, tenemos una cantidad de términos en nuestras prácticas políticas y en nuestras prácticas teórico-intelectuales que no necesariamente se llevan bien, que no necesariamente compaginan. Está muy bien. Sostengamos esa tensión y sostengámosla en lugar de parapetarnos en los lenguajes que consideramos propios y en las prácticas que consideramos propias. Sostengamos estas tensiones que son también las tensiones que plantean los desafíos interpretativos con los desafíos teóricos, los desafíos de cierta inmediatez que plantean ciertos acontecimientos políticos con tiempos larguísimos que se tiene que tomar la teoría para devanar algunas cuestiones. Estas no son incompatibilidades. Si las tratamos como tales, sostenemos la política del alambique que es la que hoy está rigiendo.

Toda esta práctica de unidad lo mejor sería no darla sólo como una sumatoria. Sería darla como un proceso de ser capaces, plantearnos el desafío de sostener las tensiones que hay entre nuestros lenguajes políticos y en nuestros lenguajes de tradiciones intelectuales. Por eso, cuando hablamos de la transformación, por ejemplo del plan de estudios y repensar las orientaciones, muchas veces sostuvimos que no se trataba de agrandar lo mismo sino de repensar, contra estos alambicamientos, qué es una tradición nacional-popular, qué es una tradición latinoamericana. ¿Qué es lo que tendría que quedar afuera de eso? ¿Hay un universalismo que tendría que quedar afuera de eso? Si le sacamos ese universalismo ¿no dejamos de hacerle justicia a la tradición nacional- popular latinoamericana?

Lo mismo en el campo de la política universitaria. Si decimos una universidad nacional, ¿no tenemos que sostener la tensión con el espíritu universalizante y democratizante que tiene lo mejor de la universidad y que tiene ese universalismo que pretende llegar a todos lados? Justamente ¿no le hacemos más justicia sosteniendo la tensión entre nacional y universal, tanto en las bibliografías como en los modos que pensamos la relación de la universidad con el resto de la sociedad?

Entonces, me parece que tanto nuestras prácticas políticas como en nuestras prácticas intelectuales, el desafío de este momento es ser capaces de sostener la tensión sin tenerle miedo, sin que la tensión sea inminencia de la ruptura ¿no? Que sea el lugar donde queremos y podemos construir la novedad porque sólo ahí estaríamos a la altura de los desafíos que nos plantea una coyuntura como esta.” (Agencia Paco Urondo)