Despidieron a Barragán: "Me preocupa que el silencio de nuestras voces se naturalice"

Despidieron a Barragán: "Me preocupa que el silencio de nuestras voces se naturalice"

18 Abril 2016

Por Carlos Barragán

No lo quise contar antes, a lo mejor no pude contarlo antes. Estábamos todavía en los primeros avances de la vuelta de Cristina con toda la ansiedad y el entusiasmo encima, esperando ese rato de alegría por la reunión y el abrazo que sabíamos iban a ser enormes.

Fue hace diez días. Entré a la escuela de mi hijo a a llevarle el almuerzo cuando una compañerita me dice así nomás “hola, ¿es verdad que te quedaste sin trabajo?”. No exagero si digo que fue como si me dieran un bife. Son chicos de segundo grado. Le digo que sí, y le pregunto cómo lo sabía. Por mi hijo, claro. Entonces la bronca de saber que mi falta de trabajo era tema de preocupación y de conversación para un nene tan chico.

Después pensé que no era tan grave mi falta de trabajo, ni la preocupación del pibe. No estamos pasando graves privaciones, ni es tan grave que él se preocupe por la realidad de su casa. Lo que sí es grave, lo que es muy grave es el silencio. Mi silencio y el silencio de tantos compañeros de trabajo que mientras éramos acusados de delicuentes seguimos dándoles a los medios lo mejor que teníamos. Profesionales. No le tengo mucha simpatía a esa palabra, pero fuimos tan profesionales que a pesar de todo hicimos buenos programas de radio olvidándonos de los ataques, las mentiras, los insultos, las trampas, las operaciones y las infamias. Finalmente ganó la infamia y sigue ganando. Porque los que quedamos silenciados y seguimos silenciados no lo somos por ñoquis, ni por haber hecho programas malos que nadie escuchaba. Estamos afuera porque nos escuchaban mucho, porque hicimos buena radio. Estamos afuera de la radio porque ganó el silencio aunque el gobierno insista con los spots de Ceder la Palabra.

Ganó el silencio y ganó la mentira, y ganó la amargura porque ya no puedo cambiarle el humor a tanta gente que me escuchaba para reírse y de paso informarse y de paso escucharse en la voz de otros. Y si bien me preocupa conseguir trabajo, más me preocupa que el silencio de nuestras voces se naturalice, que sea parte de este nuevo “país normal” donde la mentira de la derecha más conservadora nos gana todos los días. Porque quizá mañana consiga un laburo de otra cosa, y mis compañeros también. Hoy eso parece más fácil que ganarle al silencio. Ese silencio que el gobierno nos pone en la boca como un remedio y que no todos se animan a escupir.