La batalla cultural del deporte

La batalla cultural del deporte

22 Junio 2015

Por Osvaldo Jara

Las denuncias por hechos de corrupción en la FIFA continúan acaparando la atención del mundo. El escándalo producido al interior de la organización promete patear el hormiguero implicando a distintos personajes, principales y secundarios. Las sospechas que llegaron hasta la figura de Joseph Blatter son el reflejo de un sistema fraudulento. 

Después de la década del setenta surgió una serie de circunstancias que llevaron a modificar la organización del deporte a escala universal. Los cuadros dirigenciales se vieron ante graves dificultades para resistir los cambios que se venían produciendo en el mundo. La influencia de los imperios, la apertura de la economía y los avances en las comunicaciones fueron algunos de los elementos que contribuyeron a crear un nuevo escenario. En esta misma dirección, la estructura comercial fue decisiva para instalar un deporte de mercado. Aquí fue cuando se produjo una inversión de sentido capaz de provocar la ruptura en la producción simbólica colectiva. 

Las multinacionales del deporte lograron montar un esquema en donde lo trascendental pasa por el espectáculo. Estas organizaciones están dirigidas por una élite que tiene la facultad de crear competencias, fijar reglas y establecer parámetros morales, transformando la práctica deportiva en un producto de consumo. Así es como se origina un circuito conformado por deportistas con perfil profesional en función de intereses comerciales. De modo que lo esencial es el deporte que se observa y no el que se practica.

Este modelo trazado desde estos organismos internacionales se contrapone con la cultura peronista del deporte, surgida como resultado del proceso histórico de mediados de los cuarenta.

El peronismo entiende a la actividad física como rasgo esencial para la formación integral del ser humano. Lo toma como herramienta educativa para el desarrollo de los hombres y mujeres que son parte del Proyecto Nacional, insertándolo culturalmente.

A partir de la primera presidencia del general Perón el Estado nacional impulsó la práctica deportiva en los distintos sectores. Se apuntó específicamente a tres ámbitos delimitados; la juventud escolarizada, la juventud no escolarizada y la franja etaria correspondiente a los adultos. Para cumplir con tales perspectivas se focalizó en dos ámbitos concretos, el sistema educativo y los clubes de barrio. En el primer caso, se implementó una serie de medidas como la obligatoriedad de la enseñanza de la educación física en los niveles primario y secundario. Por otro lado, se fomentó la creación de clubes barriales en todo el país. Ambos espacios se constituyeron en un importante nucleamiento para la participación deportiva, además de ser un polo generador de identidades.

Sin ninguna duda, el rasgo distintivo del peronismo tiene que ver con la organización de manifestaciones populares. Los Campeonatos Infantiles y Juveniles Eva Perón son un claro ejemplo en este sentido. Fueron realizados por primera vez en 1948; ya en sus comienzos miles de chicos de todo el país tuvieron la posibilidad de practicar deportes. Pero no fue sólo eso. Aprovechando esta iniciativa se realizaron exhaustivos exámenes médicos para los participantes, en una de las mejores muestras sobre la planificación de la medicina preventiva. Desde ese momento estos certámenes siguen convocando a jóvenes de todas las edades.

La cultura peronista del deporte ha recorrido las décadas manteniendo su esencia. En la actualidad se está debatiendo el aggiornamento de la Ley del Deporte, una de las últimas leyes impulsadas por el general Perón. Las inquietudes pasan por adaptarla a los nuevos requerimientos; su principal enfoque hace hincapié en una mayor democratización de la actividad. Dicha actualización contó con el aporte de distintos sectores a través de los foros realizados por todas las provincias de nuestro país.

La cultura peronista del deporte se contrapone a la impulsada por las multinacionales que crean un producto de mercado. Para la concepción justicialista es fundamental entender a la práctica física como complemento esencial para la formación del ser humano. La misma genera valores democráticos y plurales, no encontrándose sujeto a intereses comerciales. Todo lo contrario, pertenece al desarrollo y a la identidad del pueblo argentino.