Copa América: Argentino perdió otra vez, pero tiene futuro

Copa América: Argentino perdió otra vez, pero tiene futuro

06 Julio 2015

Por Matías Fabrizio

El paso de las horas generalmente ayuda a mirar las situaciones de una perspectiva más clara, sin la influencia de los primeros sentimientos que aparecen y contaminan la posibilidad de generar una opinión coherente. Por eso, y en contra de la urgencia de la época, hay que invitar a la reflexión concienzuda. Más aún tras una derrota. Porque es ahí donde hay que reafirmarse en los ideales, en la mala. Las buenas nublan el juicio, y cuesta más mejorar y perfeccionar en el terreno del triunfo. Las batallas perdidas generalmente dejan al descubierto y muestran más fallas, a veces más de las que realmente hay.

Si la intención es ver al mejor seleccionado argentino posible, ese que potencialmente le pelea a Alemania el rótulo de número 1 del mundo, hoy no se les puede dar la espalda a estos jugadores. Tampoco al técnico, porque puede gustar o no gustar, pero no llega al año de trabajo en su puesto. En una semana exactamente se cumple un año de la final del Mundial. Desde allí, y con la elección de Gerardo Martino, se planteó claramente la intención de utilizar lo mejor que dejó Alejandro Sabella (identidad, grupo, identificación) con un entrenador que pueda, ahora sí en lo futbolístico, exprimir lo mejor de los talentos que hay a disposición. Acá hay un cambio de idea en el medio, una modificación del planteo, ¿cómo no iba a haber errores básicos?

Algo de eso que se busca se vio en esta Copa América. Hubo fogonazos de gran fútbol, mezclados con otros momentos aceptables y unos cuantos ya muy malos. Estará en la tendencia filosófica de cada uno el ver el vaso medio lleno o el medio vacío. Con Messi en campo, ¿cómo no elegir siempre lo positivo? Si con la compañía del Flaco Pastore se vieron unos ratos de la mejor versión del 10, ¿cómo se puede alguien atrever a pedir que el ex Huracán no esté más? A lo sumo habrá que exigirle al cordobés que deje de desaparecer religiosamente a los 70’ de cada partido. Y en tal caso tampoco, porque si él “garantiza” que potencia a Messi durante una hora y monedas, entonces habrá que trabajar en encontrar al que asegure acompañar al mejor del mundo la media hora restante, ya que durante toda la Copa el Tata utilizó a Ever Banega, quién no solo no rindió sino que ofrece un abanico de variantes muy diferentes a las de Pastore. ¿Por qué no Lamela ahí en el medio un rato, Tata? ¿No está D’Alessandro para dar una mano?

Habrá que descifrar qué pasa, también, que a Messi lo dejan tan solo sus compañeros. Pastore se pinchó bastante antes de esos famosos 70’, Agüero nunca jugó de frente para encarar a la defensa chilena que pronto estaba toda pintada de amarillo, Di María volvió a desgarrarse en una instancia decisiva, desde el medio no surgió ninguna opción para que el 10 descanse y ni hablar de la poca oferta de pases que generó Higuaín. La fácil ahora es criticar al mejor, al que intenta y no puede, al que hace cien goles por año. Pero si el mejor del mundo recibe de espaldas en el círculo central, y lo que hace “mal” es no eludir la falta de su tercera marca, después de haber sorteado las dos primeras, evidentemente hay una falla importante, y no tiene nada que ver con Messi. Messi es víctima de que sus compañeros, salvo algún fogonazo de Di María en alguna oportunidad, abusen de buscarlo. El goleador de la Premier League, el 9 del Napoli, el salvador del Real Madrid en la final de la Champions 2014, el conductor del PSG, deberían poder imponerse y brillar por sí mismos, al menos para que el mejor de todos pueda elegir cuándo y dónde hacer su gracia.

La final generó también, resultado al margen, que quede en evidencia la falta de un plan B. Pocos cuadros en el mundo pueden sostener con la misma intensidad y la misma duración la presión que sostuvo Chile, pero hay que tener recursos para sortearla, dure 45’, 90’ o 120’, como el sábado. Una forma de quebrarlo es insistir en salir jugando, y hacerlo (bien) hasta que el rival se frustre y se retrase a cubrir los espacios que deja para apretar. La otra es la que hizo Argentina, tratar de ganar metros con un pelotazo más largo, aunque es difícil que eso resulte dada la altura de los delanteros. Cuando entró Higuaín, sorprendentemente no corrió una vez hacia los costados para agarrar un saque de Romero. ¿No estaba para ingresar Tevez, para hacer el mismo trabajo que Agüero había hecho en el primer tiempo, de salir del área para aguantar y dar tiempo a que lleguen los demás? Una cosa es sostener una idea. Otra es ser necio. No es vergüenza que un equipo te neutralice el primer plan y haya que cambiar.

Hay que tener en claro, clarísimo, que sólo pasaron 358 días de la final de Brasil 2014. Y faltan, por ende, más de 1000 para la de Rusia 2018. Mascherano, el Jefe, ya avisó hace rato que, más allá de querer ganar todo lo que haya a disposición, la Selección se debe preparar para tomarse revancha de Alemania allá en Rusia, en la final del próximo Mundial. Esta Copa América, que además está mucho más cerca del torneo anterior, es el primer paso de esa preparación. Para nada está mal sentirse decepcionado por el resultado final, o por lo poco que mostró Argentina ante Chile, sobre todo entre los 45’ y los 120’. Sobre todo porque desde 1993 no se gana nada, y cualquier campeonato deberá ser merecidamente festejado, no es que la Copa América sea poca cosa, para nada. Un título, el primero para esta generación de cracks, hubiera sido un impulso bárbaro. Una derrota, la tristeza total, no debe ser un impedimento para seguir potenciando la idea.

La mayoría de los medios y los hinchas hablan de cambios en el plantel. Dejando afuera de la discusión a los animales que piden sacar a Messi, Masche y Martino (por lo explicado arriba), es probable que haya renovación. Faltan tres años para Rusia, tres años en los que varios jugadores de los que quedaron del ciclo de Sabella van a pasar la barrera de los 32, 33 años, y quizás su carrera entre en la curva descendente. Algunos van a estar jugando de vuelta en sus clubes de origen en la liga argentina. Son tres años en los que van a crecer y ganar en todo sentido los Dybala, Vietto, Kranevitter, Mancuello, Ocampos, Pezzella, Calleri, Cubas.

Hay una lista importante de cosas en las que Martino deberá trabajar, cosas que se han hecho mal. Hay también un puñado de aciertos para potenciar. La renovación es un aspecto en el que el Tata va a meterse, no hay dudas. Lo hará, seguramente, de manera paulatina, eligiendo las mejores opciones para llevar adelante el juego que le gusta a él, el que le gusta a Messi. El que nos va a gustar a todos.