“Lo que vemos es que no hay plata para acceder al misoprostol”

  • Imagen

“Lo que vemos es que no hay plata para acceder al misoprostol”

30 Septiembre 2016

APU: ¿Cómo es la experiencia de la Línea, y cuál es su actualidad a partir del cambio de coyuntura del 10 de diciembre?

Verónica Macek: Nosotras, desde La Línea, desde el año 2009 damos formación sobre aborto con misoprostol. Pero nuestro trabajo fue variando a lo largo de los años, y eso tuvo que ver con el contexto político: al principio, veíamos que faltaba información y, con el correr del tiempo, la información se fue viralizando cada vez más pero, lo que faltaba, era la cuestión del acceso al misoprostol. Con trabajo e instancias de capacitaciones y articulación con las distintas entidades, esa situación se fue revirtiendo pero, ahora, lo que vemos es que no hay plata para acceder al misoprostol.

En diciembre, la caja de dieciséis pastillas (que alcanza para abortar, porque se necesitan doce), costaba quinientos pesos y estaba incluida en los precios cuidados. Ahora, el precio no para de subir: cuesta mil setecientos aproximadamente. Muchas mujeres perdieron el trabajo y, entonces, recibimos llamados en los que el problema es “no tengo plata para comprar misoprostol”; esa es la diferencia fundamental que vemos con el cambio de gobierno y de coyuntura.

Además, nosotras hicimos con el CELS y con Nuevo Encuentro una presentación para que se apruebe el uso obstétrico del misoprostol, es una apuesta bastante fuerte y ya llevamos alrededor de dos años trabajando en esto. Nos parece que está muy bien fundamentada pero puede fallar y, en el caso de que falle, tenemos que pensar en otras estrategias porque el panorama cambió mucho en muy poco tiempo y no tenemos las redes que necesitamos tener. No hay bancos públicos de misoprostol y hay un aumento en los llamados durante el segundo trimestre; estos son mucho más riesgosos por el retraso en el acceso al medicamento: la información está, la persona tiene la decisión tomada y no tiene plata para comprar el medicamento.

APU: Hubo una difusión social, si se quiere, a partir de lo que pasó en el Pellegrini ¿cómo analizaron lo que pasó, y cómo se estigmatiza también la decisión?

VM: Bueno, un poco es sobre lo que hablamos en el panel: sobre los medios y sobre que el discurso hegemónico en torno al aborto no cambió, sino que es muy estigmatizante. Incluso, hay medios de los que serían ‘más amigables’ en los que el discurso es victimizante, usan afirmaciones como “ninguna mujer quiere pasar por esto” o “es lo peor que te puede pasar”. Las organizaciones sociales tenemos que empezar a desactivar esos mecanismos de estigma, porque son los que hacen que las experiencias no se socialicen; es decir, si es algo que “nadie quiere hacer”, “por lo que nadie quiere pasar” y “un horror”, obviamente, no es contable.

Entonces, cada experiencia es la primera y no se rescata esa memoria colectiva y de organización que hay en torno a la práctica del aborto; que existe, por lo menos, desde los años ’80 cuando las mujeres descubrieron que el misoprostol tenía efectos abortivos. Lo que pasó en el Pellegrini, y con las Consejeras de Nuevo Encuentro o con nuestros manuales, es que la lógica que se quiere instalar es otra: mucho más descontracturada y de orgullo. Eso es lo que no tiene cabida en el discurso hegemónico del aborto, con lo cual tiene todo el sentido que se haya generado el escándalo que se generó.

APU: En el panel decía que en estos cuatro años no va a salir la ley y que hay que pensar estrategias…

VM: Hasta diciembre tampoco teníamos ley, no es que tuvimos y la derogaron. De todas formas, siempre tuvimos herramientas e, incluso, leyes provinciales y nacionales o fallos de la corte que hacían que de igual manera se pudiera garantizar el acceso al aborto seguro. No estoy diciendo que no hace falta hacer una ley, sino que es tarea de la militancia feminista pensar qué ley queremos. No todas las leyes son iguales, por ejemplo: en Uruguay la ley es muy medicalizante; también, hay otros países en el mundo en los que las leyes son más parecidas a la que queremos, son más moderantes y contemplan el respeto a la autonomía de las personas.
Para nosotras, no va a pasar en estos cuatro años y, además, las herramientas con las que contábamos se van desarmando: como con la salida del misoprostol de los precios cuidados. Entonces, si nuestras estrategias hasta diciembre eran sacarle el mayor jugo pasible a esas herramientas o estructuras estatales, bueno, ahora ya no las tenemos y, en adelante, la tarea es pensar cómo articulamos y de qué forma construimos las redes para subsanar esos huecos que van quedando. No tenemos una respuesta todavía para esto, por ahora, es una respuesta que está en construcción.