Perón - Perón, Fernández - Fernández, pacto social y kirchnerismo

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Perón - Perón, Fernández - Fernández, pacto social y kirchnerismo

20 Mayo 2019

Por Horacio Bustingorry

El sorpresivo anuncio de Cristina sobre la fórmula presidencial amplía las reminiscencias setentistas. A su alusión al Pacto Social de Gelbard y Perón referenciada en la en la presentación del libro “Sinceramente” se suma ahora un supuesto revival de la consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder” que Hernán Lombardi denostó como el preanuncio de una nueva tragedia o la inevitable analogía de la fórmula de septiembre de 1973 con dos apellidos idénticos. Sin embargo, estas observaciones son anecdóticas. Lo que amerita un análisis serio es la propuesta de Cristina de un “Nuevo contrato social de ciudadanía responsable” por su explícita referencia al Pacto Social de 1973.

Cualquier invitación a un contrato social de carácter nacional debe empezar por casa. La brillante jugada de Cristina para secundar a Alberto en la fórmula presidencial va en ese sentido. También es importante concordar con otras fuerzas políticas. Así fue planteado el Pacto Social que contemplaba un acuerdo partidario en el Congreso, principalmente con la UCR. Es la mirada parlamentarista que muchos reivindican del último Perón.

Otro aspecto de ese plan fue un pacto entre el Capital y el Trabajo. Ese acuerdo social implicaba, entre otras cosas, que los empresarios debían ceder parte de sus ambiciones. Es interesante, dada la coyuntura actual, recordar que dicho plan apuntaba a la erradicación de la inflación y que ese punto fue exitoso durante 1973 hasta que se desató la crisis del petróleo. Fue en ese contexto que comenzaron los incumplimientos del pacto por parte de los empresarios generando desabastecimiento y agiotismo. Y esa fue la causa de la gran concentración popular del 12 de junio de 1974 que, como bien señala Cristina, no fue para despedir a Perón sino para respaldar su política. Que no se reducía a un mero acuerdo de precios y salarios, sino que constituía un auténtico programa de liberación nacional.

Sin embargo, en una reciente entrevista brindada a Página 12, Alberto Fernández plantea que “cuando Cristina habla del Pacto Social y de Gelbard no lo menciona como modelo a seguir” y que lo que rescata es “un tiempo en donde se hizo un acuerdo con los empresarios”. Por su parte, Martín Granovsky en la misma edición del matutino sostiene que “sería tonto considerar literalmente la referencia de CFK al Pacto Social de José Ber Gelbard”. Es cierto que el plan no se puede replicar en su integridad. Hay aspectos como el agropecuario que hoy está completamente perimido por la alta productividad del sector y la inexistencia de tierras ociosas. Otras medidas, en cambio, pueden servir como guía para un futuro gobierno. Es el caso de la ley de abastecimiento, recuperada de forma moderada por el segundo gobierno de Cristina, o la ley de inversiones extranjeras cuyos instrumentos ayudarían a diseñar un plan de inversiones que no signifique un drenaje de divisas. La cuestión es que más allá de las medidas puntuales, el Pacto Social no se limitó a acuerdos intersectoriales, sino que esos entendimientos formaban parte de un programa que apuntaba a modificar de raíz el funcionamiento socioeconómico argentino.

En este sentido, la recuperación que hace Cristina del Pacto Social es acotada. Reivindica una mesa donde estén sentados diferentes actores y exista compromiso de cumplir lo acordado, pero no el contenido de las reformas más profundas que aquel programa significaba. Sin embargo, es necesario recuperar el espíritu del Pacto en toda su dimensión, no porque sea replicable, pero sí por el alcance del accionar del Estado y el carácter integral de las medidas implementadas. Plantear que no es posible su reimplementación in toto es correcto, pero sería un error omitir que allí puede haber algunas claves de las futuras políticas socioeconómicas que el país necesita. El Pacto Social fue un programa de reformas estructurales que impulsaba un plan de desarrollo capitalista, pero con un fuerte control del capital donde el empresariado debía morigerar sus aspiraciones bajo un nuevo paradigma de la relación Estado-Capital-Trabajo. Estos aspectos programáticos son los que pueden evitar una nueva decepción de parte de la población que la lleve a ilusionarse con salidas neoliberales.