Gabriela Borrelli: "El verdadero exilio es habitar otra lengua"

Gabriela Borrelli: "El verdadero exilio es habitar otra lengua"

19 Diciembre 2015

Por Boris Katunaric

APU: Conocemos tu trabajo como locutora, periodista y crítica literaria, tu trabajo de difusión tanto en radio como en algunos medios gráficos. Ahora llegó tu primer libro ¿cómo empieza la necesidad de la escritura y por qué elegiste este terreno narrativo?

Gabriela Borrelli Azara: Soy básicamente una lectora de poesía. Vivo en la poesía, es mi lectura cotidiana y mi trabajo como difusora y tallerista, pero jamás escribí una poesía que valga la pena. Encontré en el microrrelato una forma de expresarme. Una forma de estructurar los recuerdos. Recordamos como escenas sueltas, como relatos mínimos, así que siendo Océano un libro de recuerdos encontró solo ese formato. Además, todo recuerdo es literatura, de ahí que como no tengo mucha imaginación, me hice de lo más literario que tenía a mano: mis recuerdos.

APU: El libro tiene algo de indescifrable en su estructura porque no sabemos si es una novela, si son relatos poéticos, si es plenamente prosa poética. ¿Cómo lo definirías?

GBA: Creo que son relatos con una brisa poética. Pero no hay duda que es narrativo. No llega a ser nunca una novela, ni tampoco prosa poética, porque por momentos los relatos son muy despojados. Me parece que es cercano al microrrelato.

APU: La premisa inicial dice "La lengua es una patria. Y a veces más que eso" ¿a qué te referís?

GBA: Creo que no hablamos una lengua sino que la habitamos. Una lengua estructura una forma de pensamiento, una forma de estar en el mundo. La lengua que hablamos, con la que nos comunicamos es materialidad en nuestro cuerpo, en nuestra forma de movernos, de caminar, de llorar, de emocionarnos. Los límites geográficos nunca definen a una patria, una patria se define por una lengua. Y cuando se pierde esa lengua o se atraviesa un océano para conquistar otra, el cuerpo sufre ese exilio en las palabras y en el cuerpo. Por eso los verdaderos habitantes de una patria son aquellos que comparten una lengua. El chiste es el ejemplo más rotundo de esa patria. En el chiste está toda la ciudadanía. ¿Cuántas veces le quisiste explicar un chiste a un extranjero aunque hablase perfectamente tu lengua, y no lo entendía? Comprender y hablar una lengua no siempre es habitarla. Eso es una lengua madre. La que vive en el chiste. En el libro no hay mucho humor, pero en mi vida, donde más disfruto mi lengua es en la poesía y en el chiste. En lo intraducible.

APU: Independientemente de la historia que se narra, cada capítulo (si es que podemos llamarlo así) abre con un pequeño poema, es decir, no son títulos duros como los de una novela, sino que tienen algo de apertura, una resonancia o eco poético (si se quiere) que no engloba, no aprisiona lo que sigue, sino que lo desparrama.

GBA: Es verdad, creo que esas pequeñas carátulas le dan el aire poético. Son partes de un poema malo o un intento de poema que dialogaba con los textos sobre mi nona, que el editor del libro, Rubén Salvador (Ture), me sugirió poner como separadores o carátulas. Esos textos hablan de otra historia, de una ruptura amorosa, pero hablan desde el mismo lugar: partir una lengua.

APU: Océano también cuenta una historia, o varias, en continentes ajenos y a la vez cercanos para los personajes ¿Cómo pensás esas distancias relativas?

GBA: Como las distancias de una lengua. El verdadero exilio es habitar otra lengua. Cuando alguien cercano, de tu misma sangre, no habla tu idioma, no habita tu lengua, las distancias físicas se vuelven menores. Hay otras distancias que radican en lo mínimo de una expresión que nos alejan más que estar separados por un océano. Las distancias siempre son lingüísticas y es un poco lo que quise mostrar en el libro. Esa fue mi intención, creo que no lo logré, pero así fue.

***

Como la ternura de su lengua.
Como su belleza.
Como su patria lengua.

El océano es como el silencio: inmenso y profundo. Y lleno de cosas. A veces, también un tránsito a la palabra. Un estado sin nombre entre lo dicho y lo por decir. Entre un país y otro, entre un amor y otro. Movimientos que suceden allí donde no se puede nombrar, donde no se puede decir, donde no hay lengua que sepamos.
Partir de un país, atravesar el océano. Partir la lengua. Sentir cómo una palabra se esfuma entre la respiración.
Encontrarla. Y perderla.
Y volverla a buscar.

(Fragmento de Océano, Ediciones Lamás Médula, Bs. As., 2015)